¿Es lícito confundir la prosperidad de una clase con el bienestar de un país?
Eduardo Galeano.

Entiendo el coraje. Entiendo la marginación. Entiendo la falta de oportunidades. Entiendo la rabia desbordada. Entiendo el símbolo político, muy trasnochado, sobre desaparecer al “cuerpo de granaderos” para no “reprimir”.... Pero, francamente, no termino de entender esta vocación gubernamental, casi como un sino, de llevarnos al carajo a todos, no me cabe ese fetiche, obsesivo, de apostarle al perder por perder.

Primero, la buena: habrá que celebrar la detención y el proceso contra los elementos de la policía que agredieron, con patadas en el rostro, a una joven anarquista, víctima sí pero también presunta victimaria. El Secretario García Harfuch tendrá una gran tarea por delante, que el ánimo de la policía no baje, que no los domine la idea de ser un parapeto obligado a aguantar los escupitajos de vándalos so pena de terminar de presos... Como sea, la justicia se celebra, aunque solamente parezca brillar de un lado.

¿Quién paga por los daños de los querubines consentidos de Claudia Sheinbaum?, ¿quién responde por esos jóvenes “inocentes”, armados con bombas molotov, a los que la Jefa de Gobierno no quiere que se les moleste en sus “protestas”?

Esos muchachitos destruyeron propiedad privada cuyos dueños pagan impuestos al gobierno de la ciudad con la esperanza, ilusa, de garantizar con ello al menos un poquito de seguridad.

¿Qué pasará cuando los gamberros de negro no se conformen con destrozar la entrada de un edificio de Polanco y decidan saquear un departamento?, ¿qué pasará cuando venga el primer muerto?, ¿valdrá menos por ser fifí?, ¿qué pasará cuando declaren la guerra a los “ricos” que esos parásitos encapuchados ni siquiera saben distinguir?, ¿quiénes son los ricos?, ¿los que ganan más de veinte mil pesos al mes, según la Cuarta?, ¿qué pasará cuando los jóvenes se pasen de lanza más allá de unos cristales y se desmorone la cara tolerante del gobierno que terminará por culpar a los molinos de viento?, ¿quién responde por la sociedad?, ¿quién nos protege?, ¿para que chingados les pagamos entonces?

El discurso diario del peor presidente de la historia, sí, el discurso diario de López, apunta a la división enferma entre conservadores y liberales, ahogado en su hubris, delirando en su anacrónica fantasía del siglo XIX, el presidente arroja gasolina a una hoguera peligrosa.

En su ignorancia, que salpica al pueblo, desconoce también que sus palabras se transforman en patente de corso para los delincuentes que se saben protegidos por el hombre más poderoso del país.

A nadie, ni a él, conviene al final una lucha como la que apuesta… A menos que la apuesta sea convertir al país en la próxima miseria de Latinoamérica.

De Colofón.- Zoé Robledo estuvo a un lado de López, pudo contagiar a los de la foto y muchos más tras bambalinas, pero aquí el presidente tiene una fuerza moral que lo protege por mandato divino. Yo creo que sí debería de hacerse la prueba… Muchas pruebas, de hecho.

@LuisCardenasMX

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