“No soy negro, soy hombre”
Martin Luther King


Entraba la tarde del 25 de mayo, los titulares de los medios en el mundo seguían centrados en la pandemia de coronavirus que cobraba más de cien mil muertos en Estados Unidos pero en la esquina de la calle 38 y la Avenida Chicago, en Minneapolis, sucedería algo que podría cambiar la historia.

George Floyd, un ciudadano negro de 46 años de edad, había comprado artículos en la tienda de conveniencia Cup Foods con un supuesto billete falso de veinte dólares, Floyd se dirigió a su vehículo, que nunca movió, para ser detenido minutos después por la policía de Minneapolis, luego de un forcejeo con las autoridades, el agente Derek Chauvin, caucásico, sometió a Floyd en el suelo y lo inmovilizó con su rodilla al cuello.

Floyd, como puede verse en el video que ha desatado una revolución, suplicó varias veces al oficial dejarlo respirar. Chauvin lo ignoró. Floyd está muerto. Muerto por asfixia. Asesinado.

Desde el 2012, han existido en los Estados Unidos al menos 12 casos similares de brutalidad policiaca que cobraron la vida de Trayvon Martin, Eric Garner, Michael Brown, Walter Scott, Freddie Gray, Sandra Bland, Philando Castile, Botham Jean, Atatiana Jefferson, Beronna Taylor y Ahmaud Arbery, en casos como el de Taylor la víctima ni siquiera era sospechosa de un ilícito sino producto de una “confusión” que ocurrió cuando la policía de Louisville, en Kentucky, entró a su departamento bajo la sospecha de tráfico de drogas y la mató, solo así, como un daño colateral.

La comunidad negra en los Estados Unidos tiene una historia de múltiples abusos, han sido víctimas del racismo generalizado pero también han dado batallas dignas de ejemplo para el mundo aunque, claramente, están muy lejos aún de ganar la guerra.

Llama poderosamente la atención que la violencia contra la comunidad negra se ha incrementado al mismo tiempo que los movimientos de la ultra derecha gringa, como el asquerosamente célebre alt-right, que pugna por los derechos de la raza blanca y la aniquilación de lo que llaman el “privilegio negro”.

El caso de Floyd no pudo llegar en un peor momento para los Estados Unidos, sumergido en el caos de la pandemia, en el borde de la peor crisis económica desde 1929 y bajo el “liderazgo” de uno de los hombres más ignorantes y viscerales que han gobernado esa nación y que, con toda seguridad, utilizará la polarización a su favor para intentar repetir su periodo en la Casa Blanca.

Gobernadores de muchos Estados, incluyendo Nueva York, ordenan toques de queda y se ven obligados a limitar la libertad de manifestación que se ha desbordado en la furia de ciudades destruidas.

Sí, la indignación crece. Pero al mismo tiempo crece también entre un importante sector de la población norteamericana la percepción de que detrás de las protestas hay grupos radicales de la izquierda demócrata que quieren hacerle daño a Trump… Sí, hay gente que cree eso.

En Noviembre, se juega mucho más que un presidente. Se juega la dignidad de una buena parte de occidente.

De Colofón

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