“Working to build a better world”
K. R.

Hace unos días, en la pantomima que vemos cada mañana en Palacio Nacional, el presidente López Obrador, a pregunta expresa de algún arlequín en turno, dijo que le gustaría pasar a la historia como “el presidente de la salud”.

Poco importa que seamos un desastre en el manejo de la pandemia, que frecuentemente tengamos el nada honroso sitio de mayor índice de letalidad en el mundo (es decir que si vives en México y pescas Covid, tienes más probabilidad de morir a que si vivieses en cualquier otro lado), para Andrés Manuel es una nimiedad que desde hace años los pequeños con cáncer no tengan sus medicamentos, que la gente muera afuera de hospitales por falta de atención, que nuestros residentes sean enviados, voluntariamente a fuerzas, a Cuba o que en el ranking mundial de salud nuestro sitio se ubique un poquito más abajo que el infierno.

Nada nuevo para la farsa mañanera, francamente ya no sorprende, nuestro presidente vive en otra realidad y para un país que se ha acostumbrado tanto a la tragedia en todo sentido, las ocurrencias de Palacio hasta pueden caer en gracia. Bonito distractor del pandemonio.

Temo, sin embargo, que López Obrador será recordado, más bien, como el presidente del fracaso, del bajón en todo: economía, salud, seguridad y bienestar. Ajá, pero eso sí, seguirá siendo un presidente popular, un líder amado por gran parte del pueblo.

La recalcitrante oposición sueña con el día en que López Obrador se convierta en una calca de Peña Nieto, repudiado por la mayoría, vilipendiado por su pueblo y abandonado hasta por su propio partido político.

Los sueños más húmedos de esa oposición ven, alucinados, a un pueblo descalzo, miserable y hambriento gritarle a López Obrador: ¡Caímos 8 puntos del PIB!, ¡Nuestra pobreza laboral llega al 50%!, ¡López, traicionaste el pacto energético del TMEC!, ¡López, ahuyentaste la inversión!

¿Le parece algo estúpido?, coincido, ahora convenza a los líderes opositores.

Las elecciones de este año tendrán un evidente costo político, tanto por el desgaste como por la radicalización del gobierno pero, tal vez, la factura no sea tan onerosa.

La mayor parte del pueblo bueno y sabio ve a nuestro presidente con amor, sí: a.m.o.r.

Hoy día, por ejemplo, le agradecen la aplicación de la vacuna y poco les importa formarse durante horas para obtenerla, están acostumbrados a ello, ya desde antes el priato los formó para todo, para cobrar una pensión, un cheque, un apoyo o hasta para verificar que seguían vivos pero, gran diferencia, ahora se forman “agradecidos”.

A la mayoría del país no le importará el fracaso presidencial ni el desastre que López Obrador entregará en 2024, no le importará, al menos, a estas generaciones.

Otra cosa serán los muchachos a los que les toque ordenar el desgarriate que dejó el espejismo onanista llamado Cuarta Transformación.

Pero cuando eso pase y el yugo de la historia arribe al fin, es muy probable que los responsables hayan muerto rodeados de gloria.

DE COLOFÓN

Primero muy gallitos, defendiendo “soberanía”, amenazando inversión y desbordando populismo. Ahora con la cola entre las patas vamos a pedir un poquito de gas.

@LuisCardenasMX

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