“Ustedes me han robado mi infancia y aún así yo soy una de las afortunadas. La gente está sufriendo y muriéndose y ustedes solo pueden hablar de dinero, (...) Estamos en el comienzo de una extinción masiva y de lo que ustedes hablan es dinero, cuentos de hadas de eterno crecimiento económico, ¿cómo se atreven?”.

Ante los líderes mundiales, en el marco de la cumbre por el cambio climático en la ONU, hablaba así Greta Thunberg, una joven ambientalista sueca de 16 años que saltó a la fama hace poco más de un año, el 20 de agosto de 2018, cuando encabezó una huelga estudiantil exigiendo al gobierno sueco la reducción de emisiones de carbono en cumplimiento a los acuerdos de París, los mismos que Donald Trump tiró a la basura al considerar el calentamiento global como una fake news.

Para muchos, el discurso de Thunberg podría parecer exagerado, me sorprende la cantidad de mensajes de odio que ayer inundaban las redes sociales contra la joven sueca, acusándola desde un títere del corporativismo verde hasta la franca y estúpida burla por sus rasgos físicos.

Vayamos a los hechos, el acuerdo científico, que no político, proyecta a nuestro planeta para el año 2035 como un lugar repleto de calamidades naturales: extinción de especies, carestía por falta de tierra de cultivo y hasta posibles ciclones y tormentas como nunca se habían visto en cientos de años, si continuamos por el mismo camino y no logramos reducir en menos de 2 grados centígrados el calentamiento global, es decir, si nos pasamos, vendría una especie de apocalipsis climático que derivaría en millones de muertes por causas diversas, derivadas, todas, del calentamiento global.

Lo peor, es que si para entonces, nos pasamos del límite entre 1.5 y 2 grados centígrados, llegaríamos a lo que los científicos han denominado el “punto de no retorno”, más claro: no habría nada que hacer para arreglar el desastre.

Quizá para 2035 muchos de los hoy agnósticos del caos estarán muertos y, por ende, hoy día las consecuencias del mañana los tengan sin el menor cuidado.

Las evidencias están a la vista, ahora existen zonas desérticas que hace relativamente poco eran fértiles, perdemos más especies que nunca, las enfermedades derivadas de la contaminación del aire matan a miles todos los días y sí, la tierra está más caliente… No es ideología, es ciencia.

Podemos pasar, como lo hemos hecho, años discutiendo sobre economía y sobre dinero pero si no hay un mundo en donde vivir, los billones que genera el comercio mundial no tendrán mucho sentido.

Claro, pero siempre ha sido prioritario lo urgente sobre lo importante.

DE COLOFÓN.- El gobierno dice que el laboratorio no quiso entregar 36 mil dosis de Metotrexato y por eso terminaron comprándolo en Francia. El laboratorio dice que el gobierno siempre tuvo las dosis en su poder. Alguien está mintiendo sin importarle el sufrimiento de enfermos de cáncer.

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