Hace un par de años, compré una impresora fotográfica Canon Selphy 1300, especial para imprimir fotografías tomadas con el celular; yo no soy una persona que tenga habilidades para enviar material a las nubes ni para estar almacenando en otros equipos y francamente no me gusta ni ver, ni enseñar fotos en el celular, por lo que imprimo las imágenes que me gustan y hago algo que se estilaba hace muchos años: las pego en un álbum; sí, ya sé, es como de los Picapiedra; lo mismo hago con las fotografías que tomo con la cámara Leica M en otra impresora Epson.

Aquí la pregunta obligada es… ¿Qué va a pasar con estos álbumes cuando me muera? Hay dos opciones, pueden acabar con alguno de mis hijos o nietos, guardados o arrumbados en un armario, ignorados totalmente. La otra opción, en el mejor de los casos, es que se pongan a la venta en un puesto de algún mercado de pulgas o rematándose en subasta, donde un desconocido los comprará como lo he hecho yo con algunos álbumes con fotografías e historia de gente que ni conozco, pero que tienen imágenes interesantes.

Congreso Postal Universal de 1947 y Egipto en 1910
Congreso Postal Universal de 1947 y Egipto en 1910

Para no ir más lejos, hace poco compré en PBA Galleries, una Casa de Subastas en San Francisco, California, un álbum con más de 170 fotografías en blanco y negro (6 x 9 cms) de un viaje que hicieron unos compatriotas nuestros al XII Congreso Postal Universal en 1947. El álbum lo arma el Sr. Lauro F. Ramírez (Umaña, este apellido aparece buscando el nombre en internet), delegado del Congreso.

En la primera página viene un mapa, muy bien hecho, donde aparece el contorno de la República Mexicana, la Costa Este de Norteamérica frente a La Península Ibérica y la bota de Italia con la ruta que siguieron estos asistentes al Congreso, desde que partieron de la Ciudad de México, pasando por Washington, Nueva York, Irlanda, Francia, Italia, nuevamente Nueva York y Washington hasta el regreso a la Ciudad de México, todo señalado con flechitas de ida y flechitas de vuelta, pegada una fotografía de un lago con un velero en la distancia, no trae mucho detalle de fechas pero, por ejemplo, sabemos que nuestros viajeros estuvieron en París para el desfile del 1 de Mayo (1947), además tiene fotos de otros participantes en el viaje posando en monumentos, edificios, playas. Los hombres y mujeres elegantemente vestidos, ellos con traje y corbata en fotos de calle y del Congreso, ellas vestidas de la época.

Congreso Postal Universal de 1947 y Egipto en 1910
Congreso Postal Universal de 1947 y Egipto en 1910

Las fotografías traen una pequeña descripción de donde se tomó la imagen… Catedral de Tours… En la Plaza de la Bastilla… todas con letra muy legible y en tinta blanca, que contrasta con el cartoncillo negro sobre el que están pegadas.

Vemos a los viajeros en restaurantes, celebrando, brindando, tomando un avión, en el puerto subiendo al barco, ya en el barco, tomas del mar, en la playa, en traje de baño, en otros lugares con abrigo, en el Congreso con delegados de otros países, nos dan idea de lo que era viajar por Europa en esa época.

Al estar revisando las fotografías, me encuentro que hay cuatro donde aparece nuestro guía con Octavio Paz en la embajada de México en Francia, esto es 1947, dos años después de

haber escrito el Laberinto de la Soledad. Interesante ver fotografías de Paz tan joven, tenía en esa época 33 años.

El álbum termina con fotografías tomadas desde el avión en el que volaron desde Washington a la Ciudad de México, con vistas de Brownsville, Tampico, La Lagunilla, Arcos de Belén y una toma de la Ciudad de México mostrando con números del uno al cinco la ubicación de la Dirección de Correos, el Palacio de Bellas Artes, la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, la Santa Veracruz y, con el número 5, muestra la casa del autor del álbum, Lauro F. Ramírez, en Plaza de la Concepción.

Congreso Postal Universal de 1947 y Egipto en 1910
Congreso Postal Universal de 1947 y Egipto en 1910

El álbum trae una narrativa del viaje, que para los que participaron debe de traer el recuerdo de alguna anécdota, una situación chusca o un chiste que se repitió durante toda la travesía, para los que lo vemos desde fuera, nos falta mucha información, pero no deja de ser interesante ver, a través de los mudos testigos que son las fotografías, lo que alguien más hizo.

¿Cómo llegó el álbum a venderse en una Casa de Subastas en San Francisco? Es y quedará como un misterio para nosotros y nos demuestra que hay objetos que se resisten a perderse en el tiempo y que de alguna manera hacen un esfuerzo. Este álbum, para empezar, ya regresó a México.

En la Casa de Subastas Swann, en Nueva York, subastadora especializada en libros y fotografía, compré un lote con más de 95 fotografías de vistas y sitios arqueológicos de Egipto, 60 de ellas son de lo que fuera una expedición profesional no identificada a esas tierras y otras 35 fotografías, algunas de ellas se utilizaron para la Guía de Viajeros Baedekers para su edición sobre Egipto (Baedekers fue una editorial alemana que se especializó en publicar guías para viajeros desde 1830).

Todas las fotografías son plata gelatina, una que otra en sepia de diferentes tamaños, llegando algunas a 26 x 21 cms. En muchas aparece un personaje barbón vestido como el típico explorador europeo de la época, enfundado en una cazadora de color khaki o blanca con su gazné portando su Sarakof, fotografiado tanto de pie junto a esculturas colosales, como en interiores de tumbas con jeroglíficos, con traductores vestidos con túnicas o con guías egipcios con su tradicional Fez. Hay vistas de la Esfinge, de Karnak, piedras por todos lados, pirámides, obeliscos, templos, columnas; la verdad, fabulosas fotografías, algunas con subtítulos escritos a mano, otras con la firma de un tal G. Saif, lo más increíble es que son tomadas alrededor de 1910, por lo que para esta época debe de haber muchos cambios desde que se tomaron todas estas fotografías, material muy valioso para cualquier estudioso del tema.

Los álbumes que yo he completado, tratan de llevar una narrativa muy simple del viaje, de los sitios visitados o de las personas que aparecen, trato de que todo esté fechado y pongo una descripción muy escueta de dónde se tomó la fotografía, esto ayudará a mis hijos o nietos a reconocer familiares, amigos o sitios, y si fuera el caso que en algún momento aparecen a la venta en cualquier lugar del mundo, queden como una simple referencia de lo que fue la vida en ese instante.

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