¿México está atravesando por un período de mera turbulencia política o está en un proceso que pudiera tener las características de una coyuntura crítica ?

Sólo el tiempo permitirá evaluar con claridad la naturaleza de nuestra época, una donde el peso del pasado —su red de intereses económicos creados— es considerable y el esfuerzo por modificar el presente en función de un proyecto con características diferentes es una lucha a contracorriente.

Coyuntura crítica según D. Acemoglu y J. A. Robinson , (Por qué fracasan los países, 2012) es “un gran acontecimiento o una confluencia de factores que trastorna el equilibrio económico o político existente en la sociedad”. Para los autores, los efectos en Europa de la pandemia de los siglos XIV y XV —y la catástrofe demográfica que ocasionó la “peste negra”— es un buen ejemplo. En Inglaterra la pérdida de población minó las bases de la servidumbre medieval, pero no en la Europa Oriental donde los señores de la tierra lograron endurecer su control sobre los siervos y prolongar el medioevo.

Los factores que hacen crítica una coyuntura no sólo trastornan un equilibrio social y económico , también hacen imposible su reconstrucción. En el ejemplo citado, en la Europa oriental la plaga reforzó las estructuras ya existentes en tanto que en la occidental las modificó para siempre. Así, la pandemia fue una coyuntura crítica al oeste del río Rhin pero no en el este. Hasta la fecha y pese a la Unión Europea, la diferencia entre las dos regiones se nota.

La aparición del virus SARS-CoV-2 va a causar cambios en el mundo que quizá se conviertan en permanentes. En México, a los posibles efectos sociales del virus se sumarán los que busca producir un partido-movimiento de izquierda no radical y bastante heterogéneo —Morena— que ha tomado el control de buena parte de los puntos neurálgicos de la maquinaria del gobierno federal. Este movimiento encabezado por un líder carismático, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), pretende modificar la naturaleza del régimen, es decir, dar forma a una coyuntura crítica que sea el arranque de un nuevo equilibrio político, económico y social.

En la gran potencia del norte la pandemia ha llevado a que el país campeón del modelo económico que pone al mercado como eje del mecanismo que asigna los recursos económicos en la sociedad dé un viraje y esté poniendo en marcha políticas económicas neokeynesianas, es decir, unas donde el gobierno y sus programas de ayuda directa a los ciudadanos, son el motor de la economía. Se busca generar crecimiento vía una cierta redistribución de la riqueza en favor de los grupos menos protegidos, considera un aumento del salario mínimo, protección a desempleados, minorías y a morosos en sus pagos de lo esencial (vivienda), apoyo a los sindicatos (caso de Amazon) y proyectos de infraestructura. En suma, el “Estado activo” está reemergiendo, aunque las fuerzas contrarias son muchas.

Con un estilo diferente, con un discurso más radical pero menos recursos económicos, en México y desde antes de la pandemia, está teniendo lugar una reactivación del papel social y económico del Estado: aumento del salario mínimo, pensiones a adultos mayores, a estudiantes, a trabajadores jóvenes, minicréditos, reconstrucción del sistema de salud, crédito para vivienda, renovación urbana, etcétera. Según el Inegi , el 25% de los hogares recibe hoy algún apoyo del gobierno. Finalmente, está el gran proyecto de recuperar para el sector público un papel central en la generación de energía con Pemex, la CFE y nuevos ferrocarriles.

¿Está o no México en medio de un proceso que responde a las características de coyuntura histórica crítica? Quizá, y el resultado de las elecciones de este año dará más pistas al respecto.

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