Parece que la violencia en contra de las mujeres llegó para quedarse, parece que está más arraigada que antes, parece que se enreda con el poder, parece que convivir con ella ya es parte de nuestra normalidad, de nuestro trabajo, de nuestra vida política, de nuestro día a día …y no, no parece, así es. Félix Salgado Macedonio, confirmado como candidato es el recordatorio que nos dan para confirmarlo: México ES un país que siembra el miedo a las mujeres, que las victimiza y las revictimiza.

Sobre Felix Salgado Macedonio existen al menos dos denuncias por violación y otros tres señalamientos por acoso y abuso sexual. Pero eso no ha sido suficiente para el sistema político de este país, el cual determinó: “que los agravios fincados a Félix Salgado Macedonio son improcedentes e infundados, por lo que no pierde sus derechos políticos”.

Se alega que no se tiene facultades para juzgar en materia penal los señalamientos de violación y abusos sexuales, y que las pruebas aportadas solo arrojan indicios y por lo tanto debe imponerse la presunción de inocencia. Es decir, no puede juzgar en materia penal pero sí es capaz de decidir que las pruebas no son lo suficientemente contundentes. Gran contradicción.

Aquel que se define a sí mismo como: “mujeriego, parrandero, jugador, borracho”, es un candidato viable aún. Lo que se determinó fue reponer el proceso de selección del candidato, proceso en el cual Salgado Macedonio puede participar.

¿Qué es lo que nos quiere decir esta resolución en nuestro sistema político? ¡Que estas acciones se toleran! que sí el candidato es el puntero en las encuestas, entonces no importa que sea un violentador, como lo es a todas luces Salgado Macedonio; que el machismo sigue arraigado en el poder; que las mujeres no solo debemos armarnos de valor cuando vayamos a denunciar un abuso, sino que hay que armarnos de pruebas que resulten contundentes; que además del miedo a denunciar a un personaje como este, debemos vivir con miedo a morir por hacerlo y que la denuncia debe hacerse ipso facto, porque de lo contario, el poder se volverá a nosotras a denostarnos y a destruirnos.

Salgado Macedonio, amparado detrás de su puesto como senador y sentado en un fuero que impide ser juzgado y procesado construye una campaña basada en lo más podrido del machismo: “Hay toro” dijo, analogía que despierta el sentimiento de ver a un animal grande, violento, dominado por sus instintos, que se lanza contra lo que sea y puede llegar a matar. Es su palabra contra la de Basilia, y evidentemente, vale más la de él, vale más la del violentador, la del victimario que la de la víctima.

Cercano al 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, parte de la clase política de este país, no nos dará una flor como suelen hacer escondiendo la hipocresía detrás, ahora se ha mostrado tal cual es, regalándonos una bofetada en el rostro que nos recuerda que a pesar de los avances logrados con nuestra lucha por vivir una vida libre de violencia, México, sigue siendo un país machista, conservador, violentador, que desprecia los derechos de las mujeres y sin piedad nos revictimiza.

A muchas nos han dicho ingenuas por pedir la inmediata destitución de Salgado Macedonio, nos acusan de apoyar “los rumores de la oposición” nos han pedido que nos callemos, porque este proceso es un linchamiento, nos han amenazado sin palabras, insinuando que no pasa nada. ¡NO! Claro que pasa. La candidatura de Salgado Macedonio es la institucionalización de la violencia contra las mujeres arropada por el poder y la intimidación.

Igual de ofensivo es que se piense que el movimiento feminista está siendo usado para obstaculizar las aspiraciones de un candidato, como si las mujeres fuéramos títeres a las cuales se les puede manipular, como si no pensáramos, como si fuésemos incapaces mentales. No somos una, ni somos dos las voces de ese movimiento genuino que no se encandila en batallas entre partidos políticos, porque tenemos suficiente con todas las luchas que debemos pelear todos los días, todos los malditos minutos y que para eso, no necesitamos a ningún instituto político que las subscriba como suyas, porque estamos una al lado de la otra, y es significa que nunca estaremos solas.

La batalla, como siempre y como ahora, es evidenciar la violencia institucionalizada que vivimos las mujeres y que se refleja en todos casi todos los ámbitos de nuestra vida: en el trabajo, en la calle, en la escuela, en nuestra acción política y por supuesto, en nuestras casas.

Y a pesar de todo, hemos seguido, seguimos y seguiremos señalando y luchando contra esta violencia que quiere rompernos otra y otra y otra vez. Ante ello, nunca estaremos solas porque nos tenemos a nosotras. La pregunta es: ¿los tenemos a ustedes también?

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