Lía Limón García

Urge repensar la política social

16/07/2020 |04:52
Redacción El Universal
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Las políticas sociales que Andrés Manuel planteó como prioritarias al inicio de su gobierno no están cumpliendo las metas que se propusieron. Ya hace meses se había dado a conocer un análisis del programa Jóvenes Construyendo el Futuro que revelaba importantes deficiencias en su implementación, particularmente en la construcción del patrón de beneficiarios que de acuerdo con un análisis a profundidad era muy poco confiable.

Ahora se reveló información sobre el Programa Sembrando Vidas que de conformidad con los propios datos de la Secretaría de Bienestar sólo ha logrado cumplir con un 7% de la meta planteada inicialmente. En un inicio se habían propuesta plantar un total de 575 millones de árboles para el primero año a través de la entrega de apoyos directos de 5 mil pesos mensuales a campesinos comprometidos con esta tarea y sólo se plantaron 80 millones, es decir, el 14%, de los cuales sobrevivió la mitad.

Integrantes de la oposición han denunciado el mal uso de los recursos de este programa y el riesgo de desviación de los mismos para fines electorales. A pesar de ello, el presidente lo defendió sin revelar datos que prueben su impacto y excusó la falta de resultados en que apenas comenzó a sembrarse el año pasado.

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Lo cierto es que estos programas sociales cuentan con un presupuesto inmenso. A Sembrando Vidas se le otorgaron casi 30 mil mdp (millones de pesos) y a Jóvenes Construyendo el Futuro casi 25 mil mdp este año. Basta con hacer el contraste de Sembrado Vidas con el presupuesto de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) para dimensionar. Mientras que al primero se le asignó el presupuesto mencionado para impactar sólo un millón de hectáreas, a la Conafor se le otorgaron 3 mil millones de pesos (10 veces menos) para atender alrededor de 60 millones de hectáreas.

Cabe señalar que una política pública de esta naturaleza, donde la entrega de recursos se hace por adelantado y ésta no está vinculada a probar el uso de los mismos ni a dar resultados, es decir, se paga por la siembra de árboles sin esperar ni dar seguimiento a que esto suceda exitosamente, genera un incentivo perverso: la deforestación intencional de la zona para luego cobrar el subsidio sin utilizarlo para reforestar.

Los fallidos resultados de este y otros programas reflejan la falta de capacidad de planeación del gobierno, las deficiencias en el diseño de estrategias e incentivos y peor aún, la falta de focalización y análisis de costos y consecuencias, lo que ocasiona un enorme desperdicio de recursos públicos. Dicho desperdicio es aún más grave en la situación que hoy enfrentamos. Con 12 millones de empleos perdidos tan sólo durante los meses de abril y mayo y 10 millones de personas que este año caerán en pobreza extrema y cuando todos los días vemos a pequeñas y medianas empresas quebrar por enfrentar la crisis económica sin un programa de apoyo gubernamental, dilapidar el dinero público es inadmisible. Y lamentablemente no contamos con una instancia evaluadora de la política social con la fortaleza y autonomía que se requiere y la Auditoría Superior de la Federación ha visito reducido su presupuesto de tal manera que afecta su capacidad de fiscalización.

En lugar de mal gastar dinero en proyectos inviables y políticas públicas que no están funcionando, el gobierno de Andrés Manuel debiera considerar nuevos programas como el que ha propuesto la oposición de Ingreso Básico Universal y que se ha implementado en otros países, que busca dotar a cada familia de un ingreso digno para enfrentar la crisis que estamos viviendo.

@lialimon
Abogada y consultora