A dos años del triunfo electoral de Andrés Manuel no hay nada que festejar y sí pérdidas importantes que lamentar. La violencia, la inseguridad, la corrupción y la economía están en peores condiciones que cuando asumió el poder. Es imposible pensar que a 19 meses de gobierno se pudiera lograr la transformación del país. Sin embargo, daría gusto ver que se empezaran a colocar los cimientos para ello, y eso no ha sucedido. Por el contrario, vemos con una velocidad sorprendente la destrucción de instituciones, proyectos y programas que si bien eran mejorables, tirarlos a la basura sin ofrecer nada a cambio no debió haber sido opción.
López Obrador está haciendo todo por acabar con las instituciones autónomas y otros organismos que daban certeza y contribuían a los necesarios contrapesos de una democracia. En materia de derechos humanos, después de descalificar a la CNDH y rechazar sus recomendaciones, la secuestró poniéndola en manos de una presidenta a modo, el perfil que le gusta, incompetente pero leal. Acabó también con el Conapred que jugó un papel crucial en la defensa de la agenda contra la discriminación y con la CEAV, encargada de la defensa de los derechos de las víctimas. También lo hemos visto envestir contra la COFECE y querer manipular el nombramiento del titular de la PRODECON, que pudo frenarse gracias a la resolución de un juez que otorgó la suspensión en el amparo interpuesto.
Ni que decir de las múltiples confrontaciones y descalificaciones al INE, los intentos por meter las manos para controlarlo y las reducciones a su presupuesto para impedir que éste pueda seguir ejerciendo sus funciones adecuadamente. Es incapaz de reconocer que gracias al papel que esta institución ha desempeñado y a la credibilidad con que cuenta, el logró conquistar la presidencia por la vía democrática.
Los programas sociales como estancias infantiles y el seguro popular que daban servicios enfocados a garantizar derechos fueron cancelados sin que se impulsara en su lugar un solo proyecto exitoso, vulnerando el principio de progresividad. El sector salud, como lo hemos visto durante la pandemia, es un desastre. Los recursos no fluyen a las entidades federativas pues la fórmula de distribución de los mismos desapareció.
La cancelación de grandes inversiones incumpliendo acuerdos contractuales y el intento por frenar de manera ilegal todo lo avanzado en materia de energías renovables, la constante confrontación con el sector privado y la falta de apoyos mediante un plan económico de emergencia ha generado una pérdida de confianza en la inversión privada, todas las agencias calificadoras nos han bajado la calificación en el grado de inversión y los organismos internacionales han proyectado un decrecimiento económico del 10% para este año.
En cuanto al repunte de la inseguridad y la violencia en el país, el reciente asesinato de un juez en Colima, el atentado contra García Harfuch, Secretario de Seguridad Ciudadana de la CDMX y las masacres entre grupos criminales en distintas entidades ponen en evidencia que la estrategia del gobierno no funciona.
Sobre el combate a la corrupción, como ya dimos cuenta la semana pasada en este espacio, no sólo no existen avances sino que el arfil que encabeza esa batalla en su equipo, Irma Eréndira Sandoval, ha perdido toda autoridad moral al quedar evidenciada y comprobarse que en su declaración patrimonial omitió varias propiedades.
En resumen, el país que recibió AMLO estaba mejor que hoy en todos los sentidos. Si estos 19 meses no ha podido gobernar difícilmente lo podrá hacer en condiciones de crisis. A punta de descalificaciones, confrontaciones y de una polarización constante no ha llegado ni llegará muy lejos y eso lo pagaremos todos.
@lialimon
Consultora y abogada





