Durante la pandemia, junto con el cierre de la actividad económica cerraron escuelas y centros de cuidado infantil, forzando a las madres y padres —con mayor frecuencia a ellas— a asumir una triple jornada laboral: el cuidado y asistencia escolar de los hijos, trabajo doméstico y su trabajo remunerado desde casa.

En el acuerdo que publica el gobierno hace unos días donde anuncia el reinicio de actividades económicas paulatinamente a partir del 1 de junio, no se habla del regreso a la escuela ni de la reapertura de centros de cuidado infantil. De hecho las autoridades educativas han anunciado que éste se dará hasta agosto que inicie el nuevo ciclo escolar. Por lo que se refiere a las estancias, de entre las poco más de 4 mil que seguían operando en marzo de este año —independientemente de las del IMSS, ISSSTE y DIF— un número importante ya no reabrirán sus puertas por no haber podido soportar financieramente un cierre de meses sin apoyo gubernamental.

Es entendible que el gobierno quiera evitar contagios y que considere a las escuelas como un foco de infección. Sin embargo, hasta hoy no han hecho ningún planteamiento de cómo atender la crisis de cuidados a la que se enfrentan principalmente las madres que han sido llamadas a reincorporarse a sus labores en unos días.

Veamos datos para dimensionar el problema. Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) 2019 del INEGI, la población económicamente activa es de 54.9 millones, de los cuales 21.5millones son mujeres y representan el 39.1% de la fuerza laboral y de éstas 15.8 millones son madres trabajadoras, es decir, el 72.9% de la población femenina económicamente activa en el país. A ello se suma que una de cada cuatro madres son jefas de hogar.

Cuando reinicien las actividades económicas sin servicio de cuidado infantil y sin escuelas, millones de mujeres tendrán que asumir el costo y algunas incluso se verán forzadas a abandonar su trabajo remunerado por no tener opciones de cuidado, en detrimento de sus ingresos, desarrollo profesional y empoderamiento económico. Las madres de hogares monoparentales y las que viven en condiciones marginadas serán las más afectadas pues no tienen la opción de elegir, y muchas tendrán que poner en riesgo la seguridad de sus hijos dejándolos solos.

Reiniciar las actividades económicas requiere reabrir escuelas o dar alternativas de políticas públicas por parte del gobierno, así como un cambio en la cultura empresarial. Por ejemplo, en Estados Unidos, entre las medidas para atender el impacto del coronavirus se etiquetaron 3.5 billones de dólares al cuidado infantil para ayudar a proveedores de estos servicios que atienden a hijos de trabajadores esenciales. Aunado a ello, recientemente un par de senadoras propusieron incluir en el próximo paquete de medidas de apoyo un plan de 50 billones de dólares para rescatar los servicios de cuidado infantil. Las empresas también deben impulsar medidas, como una mayor flexibilidad en el regreso al trabajo que permita a madres y padres atender ambas tareas de manera exitosa, al menos en tanto se reanudan los servicios de cuidado y escuelas.

Esto es esencial para las madres que se están reincorporando a sus actividades, pues en ellas recae principalmente la crisis de cuidado de los hijos. De no hacerse algo al respecto, implicará un retroceso en la participación de la mujer en el mercado laboral o una sobrecarga que afecta su salud física y mental e impactará negativamente en el desarrollo y seguridad de los niños.

Abogada y consultora

@lialimon

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