La decisión de los tres principales partidos de oposición – PAN, PRI y PRD - de ir en alianza en 158 de los 300 distritos electorales a las diputaciones federales, además de varias gubernaturas, presidencias municipales y diputaciones locales, será crucial para lograr quitarle la mayoría a Morena en la cámara de Diputados y recuperar o retener otros espacios a nivel local, pero sobre todo, contribuirá a frenar el populismo autoritario que ha caracterizado a estos dos años de gobierno.

Morena y el peculiar estilo de polarización constante del presidente logró lo impensable: una alianza entre fuerzas que generalmente habían sido opuestas, principalmente PRI y PAN. Pero la situación lo amerita, ante los tiempos que se viven se requiere de decisiones inusitadas como la que tomaron de manera responsable estas tres fuerzas políticas. Los daños que las acciones y omisiones del actual gobierno han ocasionado en nuestro país, en todos los ámbitos, son muy graves y nos tomará muchos años revertirlos. Decrecimiento económico, desempleo y retiro de inversión privada como no se habían visto en décadas. Los niveles de inseguridad cada vez son peores. Además, se han vulnerado las instituciones democráticas, la división de poderes y la autonomía de los organismos constitucionales, retrocediendo también en el ejercicio de los derechos que garantizan libertades. Por ello, la decisión de la oposición de aliarse no sólo se debe comprender sino también apoyar.

Ya también el presidente dejó ver su preocupación sobre lo que pueda representar esta alianza y salió a descalificarla en la mañanera, acusando a la oposición de querer quitarle a morena la mayoría en el Congreso para frenar la transformación.

El presidente, ignorando el llamado de la Comisión de Quejas del INE a no inmiscuirse en el proceso electoral, ya dejó ver el tono que usará durante la contienda electoral, que a nadie sorprende, pero si preocupa porque genera aún más divisiones en un país ya de por si polarizado.

La alianza no busca frenar la transformación, porque no ha habido tal y no se puede frenar lo que no existe. Lo que sí pretende es ponerle un alto al populismo autoritario y a las decisiones que están llevándonos al borde del abismo y que son contrarias a una ruta de progreso y desarrollo por la que debiera caminar el país.

El presidente ha polarizado sobre este tema porque esa estrategia le ha beneficiado durante su mandato en términos de mantener niveles altos de aprobación con un pésimo desempeño, y también porque beneficia a su partido, que hasta hoy carece de identidad propia y ante la incapacidad de construir una propuesta siempre es más fácil criticar.

Sin embargo, uno de los principales retos de la coalición será el de no hacer de la elección del 2021 un referéndum del mandato de Andrés Manuel y ponerlo en el centro del debate y por lo tanto en la boleta, que es lo que él y Morena quieren. Ésta tendrá que darse a la tarea de convertirse en una verdadera alternativa de futuro y construir propuestas viables y derivadas de un amplio consenso, con liderazgos locales que vayan más allá de oponerse al actual régimen. Es necesario generar esperanza en el electorado de que esto puede cambiar y se pueden enfrentar los desafíos de la actualidad, que no son pocos, con una enfoque moderno e innovador, vencer la apatía política de la juventud y despertar a la ciudadanía más allá de las bases electorales o el voto duro de cada partido que conforma la alianza. Esa será la mejor forma de conquistar espacios electorales y modificar la actual configuración del congreso.

Consultora y directora de LIMA Diversidad e Inclusión
@lialimon

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