El domingo pasado se cerraron para siempre los ojos de Nawal El Saadawi. Tenía 89 años y una larga trayectoria como escritora, luchadora por los derechos humanos y, en particular, por los derechos de las mujeres y las niñas. Su vida fue intensa, dura, creativa, generosa y comprometida.

La UNAM, le otorgó en 2010 el doctorado honoris causa. Cuando estuvo en México para recibir el reconocimiento, comentó que, desde que bajó del avión, empezó a ver caras conocidas, gestos familiares y se impresionó por las semejanzas que hay entre Egipto y México a pesar de la separación geográfica. Habló de lo parecido del clima, de nuestros movimientos corporales, de nuestro temperamento y de ser países ricos con pueblo pobre.

Se tomó unos minutos para recordar que en el antiguo Egipto y en el México antiguo había diosas. Antes del monoteísmo patriarcal, Isis era la diosa del conocimiento. Después, dijo, el conocimiento se hizo un pecado para las mujeres y nacieron las sociedades construidas alrededor del poder, no de la justicia, ni del amor.

Nawal aclaró que todos sus libros los ha escrito originalmente en árabe porque el inglés era, finalmente, un idioma colonizador. Ella usaba su lengua madre, su lengua de niña porque conectaba distinto con su psique.

Esta mujer, fue encarcelada en 1981, por sus pensamientos. Decía haber aprendido mucho del encierro: “el dolor es el mejor educador; mi vida está llena de él, por eso he podido crecer”.

Nawal era una permanente crítica de todos los fundamentalismos religiosos que se traducían en fundamentalismos políticos y esquemas de dominación. Luchó por el derecho a disentir de la palabra del padre, de la palabra del maestro, de la palabra de Dios. Fue en la primaria, a los 7 años, cuando le escribió una carta a Dios en la que le planteaba la desigualdad entre niñas y niños. A su abuela le había escuchado decir que Dios no era un libro que era más bien la justicia y que lo conocemos a través de nuestra mente.

Le dedicó varios años de su vida a hablar de los grupos fudamentalistas ligados a la política mundial global de las superpotencias. En su libro La caída del imán —que sigue prohibido en Egipto— denuncia cómo el patriarcado sigue utilizando la religión, la política y la moral para control y sometimiento de las mujeres. “Vivimos en un único mundo que está dominado por el mismo poder capitalista, patriarcal y religioso”, señalaba.

Fueron muchas las veces que en conferencias y entrevistas habló de lo que significaba el uso del velo. ¿Por qué volvió? Hace 60 años, ninguna mujer llevaba velo en la escuela de medicina; ahora, ¡el 90 por ciento se cubre la cabeza! El velo convierte a las mujeres en cuerpos sin cabeza. Admitir el velo es admitir la esclavitud, decía.

Otro de sus temas fue la mutilación genital femenina, que ella misma sufrió de niña. Su madre también había sido mutilada. Un dolor tan intenso como ese queda bloqueado por la mente, pero se revive al seguirlo viendo en las niñas de hoy. Por eso, he utilizado mi rabia para protegerlas, decía.

No se puede tener una revolución sin las mujeres, afirmaba. Le tocó escuchar que sus ideas fueran coreadas por muchas voces en las plazas de la llamada primavera árabe en el 2011.

Nawal El Saadawi es una mujer imprescindible. Mujeres como ella siempre harán falta. No tendremos su presencia física pero su voz seguirá reverberando en las conciencias.

Experta Comité Cedaw/ONU.
@leticia_bonifaz

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