Conocí a Yolli García en el Tribunal Electoral porque fue una de las profesoras investigadoras de la Escuela Judicial que dirigí del 2000 al 2004. Su pasión por el derecho electoral era notoria, también su liderazgo y entereza. Yolli es, sin duda, una mujer recia.

Pasaron los años y ella siguió persiguiendo su objetivo de ascender en la carrera judicial electoral y lo logró. Fue designada magistrada regional en la Sala Xalapa. Para cumplir con su función, se trasladó a la capital veracruzana con su familia y comenzó a integrarse a la vida local. Al terminar su periodo en 2013, decidió buscar una posición como comisionada en el Instituto Veracruzano de la Transparencia y Acceso a la Información del que llegó a ser Presidenta. Ostentando ese cargo la vi por última vez en un foro en el Estado de México. ¿Cuándo vas a Xalapa? Me preguntó. Ya nos haremos un huequito en la agenda, fue mi respuesta. Pensé que por la pandemia —como en muchos otros casos— no había vuelto a tener noticias suyas, pero me equivoqué.

¿En qué momento los sueños de Yolli se volvieron pesadilla? ¿Yolli presa en Pacho Viejo? A ella y a dos de sus compañeros del órgano de transparencia, el actual gobierno de Veracruz les imputó la comisión de varios delitos: ejercicio indebido del servicio público, abuso de autoridad y coalición. Ninguno de los tres merece prisión preventiva de oficio; sin embargo, el juez de control Gregorio Esteban Noriega Velasco, dictó prisión preventiva hace justo dos años. Yolli lleva todo este tiempo privada de su libertad sin que inicie el juicio. Las razones para imponer la medida cautelar fueron que ella viajaba mucho, que tenía una casa en la Ciudad de México y también que parte de su familia estaba ahí; además de que, a criterio del juez, no tenía arraigo en la comunidad a pesar de llevar viviendo con su esposo e hijos 15 años en Xalapa. A sus compañeros comisionados los midieron con otra vara y han seguido su proceso en libertad.

Se recurrió a la justicia federal y se ganaron varios amparos “para efectos”. La audiencia para dar cumplimiento a la primera sentencia de amparo se suspendió porque el juez Noriega contrajo Covid; la segunda audiencia también fue suspendida porque el juzgador pidió informes al hospital sobre la salud de Yolli. Ella padece una afección cardiaca y hace dos semanas fue intervenida sin posibilidad de que su familia estuviera cerca.

Fue por una imagen de ella en el hospital que me enteré tardíamente de su caso. Me extraña que no haya habido, en su momento, pronunciamientos del INAI y acompañamiento. Solo algunas reacciones de otros institutos de transparencia locales y del Comisionado Acuña. La familia de Yolli me dice que está con buen ánimo a pesar de todo.

El caso de Yolli es uno más en el que prima el abuso del empleo de la prisión preventiva. Hoy los reflectores están puestos sobre el caso de Alejandra Cuevas. Afortunadamente, ella pronto recuperará su libertad, aunque no habrá manera de compensar jamás el tiempo que pasó injustamente en la cárcel. ¿Y Yolli? Ella también tiene derecho a un juicio justo. Ojalá que en su cumpleaños 55, que está cerca, ya esté resuelta la solicitud de cambio de la medida cautelar que le impusieron y que se desborden los abrazos y apapachos que también han estado aprisionados los últimos dos años. Ojalá pronto Yolli García recupere la salud y la libertad.

Catedrática de la UNAM