Desde hace 20 años, a principios de diciembre, se han reunido en Heidelberg, Alemania, en la sede del Instituto Max Planck de Derecho Público Comparado y Derecho Internacional, grupos de académicos, en su mayoría constitucionalistas y expertos en derechos humanos, para hablar de la situación política-jurídica de América Latina. El Seminario de este año llevó por título: La Democracia en Transformación: herramientas para la resiliencia.

En esta ocasión, asistieron expertos de Argentina, Brasil, Costa Rica, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela y México; así como de Alemania, España e Italia

En el Seminario se abordaron varias perspectivas nacionales. En el turno de México, se compartieron las preocupaciones por el impacto inmediato y mediato de la reforma judicial. Su génesis se puso en el contexto del debilitamiento de las instituciones electorales en otro tiempo modelo para América Latina. Cuando el proceso era de fortalecimiento, fue el alemán Dieter Nohlen, quien desde Heidelberg y con frecuentes visitas a México, pudo documentar, paso a paso, la transición que vivimos del viejo PRI a la consolidación institucional que se dio en los últimos años del siglo XX y principios del XXI.

La reforma judicial no se podría explicar sin considerar que tenemos instituciones electorales parcialmente cooptadas que dieron pie a una elección viciada que, a su vez, tuvo como consecuencia que uno de los poderes que sostiene al Estado tenga la fragilidad actual por la cercanía de los que resultaron electos con el partido hoy hegemónico.

En el caso de Venezuela, se dio por sentado que el periodo de Maduro está llegando a su fin y más que enfocarse en el pasado, la academia está ya viendo cómo será la reconstrucción de las instituciones, hoy minadas, para encauzar el regreso a la democracia.

En el caso de Chile, la gran preocupación fue que, como ha sucedido en Argentina, Perú o Ecuador, se dé un retroceso en los derechos fundamentales de las mujeres y de la población LGBTIQ+. El estudio comparado permite ver cómo, en ocasiones, un cambio de gobierno ha propiciado, como lo fue en la época de Bolsonaro en Brasil que el estancamiento se dé al no destinar presupuesto suficiente a instituciones clave o mantenerlas incompletas o, como en el caso de la Argentina de Milei, en donde expresamente se han hecho cambios legislativos que han implicado negar derechos conquistados a pesar de que los estándares internacionales colocan a la progresividad como un principio esencial para el ejercicio de los derechos humanos.

En términos generales, el panorama desde Heidelberg lucía sombrío para la democracia, para el Estado de Derecho y para los derechos humanos en América Latina. El Seminario, que en 20 años vino documentando el viento a favor, hoy, aún para los más optimistas, el estado de las cosas es desolador. Las condiciones actuales en varios países rebasan al Estado de Derecho y ponen sobre la mesa la reflexión sobre la función del Derecho en general que, al tener un carácter instrumental, con frecuencia es usado para legitimar situaciones a todas luces injustificables.

A la academia le corresponde seguir documentando lo que va sucediendo, pero también hacer prospectiva y generar modelos teóricos útiles en el contexto de la complejidad propia del siglo XXI. Se trata de evitar tanto los abusos de poder como el retroceso en derechos conquistados.

Catedrática de la UNAM @leticia_bonifaz

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