El martes pasado se inició una larguísima sesión en el Senado argentino para debatir si debía despenalizarse el aborto o no. El proyecto ya había sido aprobado en la Cámara de Diputados y faltaba la decisión del Senado. En 2018, durante el gobierno de Macri, la votación en esa Cámara había terminado con 38 votos por el no y 31 por el sí. La madrugada de este miércoles, el resultado de los votos, anunciado por Cristina Kirchner, fue de 38 por el sí, 28 en contra y una abstención.

Las intervenciones de las y los senadores fueron de altísimo nivel. Se trató de un debate informado que mostró con claridad los puntos que una y otra vez se han puesto sobre la mesa cuando se discute el tema.

Aquí una síntesis:

1.- Se practica el aborto clandestino a la luz del día. La ley penal no lo frena. Solo se castiga a las mujeres más pobres.

2.- Las mujeres de escasos recursos económicos son quienes arriesgan la vida en los abortos clandestinos.

3.- Las tareas que corresponden a la iglesia y al Estado son diferentes. Al Estado le corresponde dar educación sexual a toda la población y garantizar servicios de salud sexual y reproductiva a todas las mujeres.

4.- La nueva ley no obliga a nadie a abortar. Solo deja la opción de elegir, a partir una decisión individual.

Dijo María Inés Pilatti: “Conocemos la realidad y sabemos que no discutimos aborto sí o no, sino si es clandestino o será legal”. Esto porque interrumpir un embarazo en condiciones seguras es un privilegio de clase. La muerte o la prisión es la condena por ser pobres. “Tenemos que desdramatizar el aborto y desromantizar la maternidad. Debe ser una decisión nuestra, debemos elegir cuándo, cómo y con quien maternar...”

Gladys González dijo: “No todas (las mujeres) reciben la misma educación sexual; no todas tienen acceso a métodos anticonceptivos. No todas viven en condiciones dignas para hacerse cargo de un hijo. No todos los embarazos son deseados”.

“Quienes tienen recursos saben que no van a tener consecuencias penales”. “La clandestinidad mata. Es indispensable terminar con el negocio del aborto clandestino”.

Afuera del Senado, la espesa marea verde intergeneracional, con conjunción de brazos y voces, cantaba, saltaba y coreaba consignas. Un cartel decía: “No abortes si no estás de acuerdo, pero no decidas por las demás”.

Lo que se aprobó fue el derecho de las mujeres y las personas con otras identidades de género con capacidad de gestar a decidir la interrupción del embarazo, requerir y acceder a la atención del aborto y recibir atención post aborto en los servicios del sistema de salud.

El aborto se permitirá hasta la semana 14 del proceso gestacional. Fuera de ese plazo sólo se podrá acceder en caso de violación o si estuviera en peligro la vida o la salud integral de la persona gestante.

Se previó la objeción de conciencia de los médicos y se estableció la responsabilidad del Estado para implementar la ley número 26,150 de educación sexual integral estableciendo políticas activas para la promoción y el fortalecimiento de la salud sexual y reproductiva en toda la población.

Así, esta semana, a pesar del Papa argentino y de los avances de la ultraderecha en la región, el Senado tomó una decisión histórica. Décadas de lucha fructificaron. Lustros de insistencia. Alberto Fernández cumplió su promesa de campaña, pero el logro es, sin duda, de mujeres a quienes es imposible nombrar.

Experta Comité CEDAW/ONU.
@leticia_bonifaz

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