Mientras los Secretarios se esmeran por dar su WhatsApp para que les escriba algún arcángel, el debate sobre la sucesión adquiere prematuras telarañas. Se ve viejo. El ritual tiene tres componentes y ninguno porta semillas de modernización.

Al gran Jorge Chabat. RIP.

El primero (y más evidente) es que el Presidente se aseguró un año para retener la atención y elevar los niveles de zalamería y genuflexión. Los tiempos y dichos del señor son palabra divina y el costo de discrepar, criticar o incluso matizar, puede desembocar en no salir en la foto (como decía el gran teórico de esta política mexicana que sigue viva, Fidel Velázquez). La devoción de las corcholatas será la norma. Todo lo encontrarán fantástico, “tiempos estelares” como dice el canon.

2) El método de las encuestas premia la exposición pública y, en consecuencia, todo el esfuerzo gubernamental se volcará a tratar de figurar con elementos positivos. Ya lo hacía notar Ebrard en una entrevista a La Jornada : hay una desproporción enorme entre las capacidades de los tres. Mientras Sheinbaum organiza conciertos masivos y dispone de una base burocrática para promoverse, el campo de actuación del Canciller es cada vez más estrecho. El Presidente ha reducido su margen de maniobra en la relación con Estados Unidos y ha decidido que sus amigos lo representen en el exterior. Ya no hay vacunas que traer y la política exterior, confeccionada desde Palacio, nos ha llevado a sonoras contradicciones, nombramientos desgastantes y duros señalamientos como el de Bob Menéndez.

Adán Augusto

tiene muchas palancas para figurar, su gran dilema es llegar a un nivel de reconocimiento aceptable de manera que, llegado el momento de la elección, pueda cumplir dos funciones: la de legitimador de una encuesta dudosa o ser el (hoy) inesperado ganador de la misma. En cualquier caso, debe subir sus números, pues aun con el poderoso dedo presidencial a su favor y su aquiescente maquinaria demoscópica, no se puede legitimar una decisión si las encuestas independientes no sostienen mínimamente la versión oficial. Adán Augusto debe crecer y para ello requiere exposición y que ésta tenga connotaciones positivas.

3) La competencia al interior de la 4T abre fisuras. La voz de Monreal es el primer síntoma de inconformidad y, por tanto, de una voluntad de salirse de la aprobación ciega al mandatario. Naturalmente los aspirantes tendrán que ser muy cautos, pues la garantía de seguir vivos es la lealtad inquebrantable; el gran líder aprovechará el año para ponerlos en situaciones difíciles, como lo ha hecho con sus críticas a la UNAM. ¡Qué amargo debe ser para todos ellos tener que callarse porque la supervivencia política lo exige!, pero esa es la condición. AMLO ha demostrado que su liderazgo es exigente y ha llevado a buena parte de la intelectualidad, el mundo artístico y científico que lo apoyó a desmarcarse porque el peaje que exige en términos de dignidad es elevado. La lucha, por tanto, se hará entre corcholatas como ocurrió con Camacho vs Colosio y Videgaray vs Osorio . La sucesión instalada en su gabinete es un riesgo enorme, aún para un líder como AMLO .

Lo que sería innovador es que el Presidente renovara sus mañaneras y los invitara a discutir tesis programáticas. Me encantaría ver cuál de los tres se muestra más leal, creativo e imaginativo; solícito y servicial, con más visión de futuro, tratando de quedar bien con su jefe y queriendo convencer a propios y extraños de que tiene, al mismo tiempo, una visión autónoma de lo que el país requiere.

Analista.
@leonardocurzio
 

para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.

Google News

TEMAS RELACIONADOS