Cortas alas tuvo la nueva política. Si Samuel aspiraba a convertirse en el Novoa o tal vez el Bukele mexicano, no resultó ni una cosa ni la otra. Mucho menos un liderazgo socialdemocráta modernizador. El gobernador de Nuevo León, que se decía aconsejado por Clinton y apapachado por Musk, ha tenido la virtud de quedar mal con todo mundo.

En primer lugar fue visto siempre como un candidato funcional a la 4T, ya que como lo hizo notar en escorzo el alcalde de Monterrey, su postulación fracturaba el voto opositor. Meses antes lo había sugerido implícitamente también Alfaro, a pesar de que nunca se logró concretar el acercamiento con Xóchitl. La precandidatura de Samuel cumplió la función de bloquear la de Marcelo Ebrard y de paso presentarse como la alternativa de seducción de los más jóvenes y (como lo dijo el propio AMLO) de las clases medias en detrimento del Frente.

Es tan evidente el apoyo del oficialismo a Samuel que Sheinbaum ha salido a condenar al congreso de Nuevo León diciendo que debió haber procedido como en la capital en donde su sucesor Martí Batres pertenece a la misma corriente. La pequeña diferencia es que en el congreso de la CDMX Morena tiene mayoría y en el de Nuevo León MC no ganó ni un distrito. Por lo tanto, es potestad del Congreso nombrar a quien la mayoría apruebe y que sea elegible. El congreso tampoco queda bien parado, pues les devolvieron un primer nombramiento por no cumplir los requisitos. Finalmente quedó claro que si no se quiere perder la silla no te vas a la Villa a rezar ni tampoco a Sevilla a torear. Samuel terminará su gobierno con el estigma de quien no tiene palabra y que a la primera de cambio deja botado el trabajo.

Fue, además, una figura polarizadora y contradictoria. No solamente queda como un hombre de paja del sistema, estaba en las antípodas del proyecto socialdemócrata que muchos liderazgos de la sociedad civil discutieron en un colectivo plural convocado por Dante Delgado. El audaz, pero ineficaz gobernador de Nuevo León, no parecía representar a ese pensamiento modernizador con ese tonito confrontador y dicharachero.

Las consecuencias para los naranja son inciertas. La primera es que MC fue derrotado antes de empezar a batallar. Las fracturas previas no se resolvieron más que con una capa de barniz; se intentó ocultar la fractura del grupo Jalisco con la dirigencia nacional presentándola como habladurías de los medios; también se quiso minimizar la distancia que Colosio tomó del propio Samuel y la impericia y profunda arbitrariedad con la que el gobernador manejó su sucesión, deja un ambiente tenso y tóxico. Hay cuadros valiosos en MC que podrían entrar al relevo, pero tendrán que desandar mucho camino. Es probable que esta pérdida de prestigio afecte el desempeño de algunos otros candidatos locales que no exteriorizaron su desacuerdo con la decisión de apuntalar a García. Se ve cuesta arriba que reactiven a Marcelo, aunque no es totalmente descartable y lo que es claro es que la oposición (a la que le teme el gobierno) está en el PAN, no en el PRI que se deshoja como árbol en invierno y en MC que ha dado un paso en falso, ha perdido la brújula y el precandidato los dejó en la estacada. El halcón regio (y su propuesta de nueva política) tuvo alas cortas.

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