Keith Raniere,

el líder de la polémica empresa de autoayuda NXIVM que ha sido encontrado culpable de tráfico sexual y enfrenta una sentencia de al menos dos décadas de prisión en Estados Unidos , tuvo mucho éxito en México . Junto con Emiliano Salinas , hijo del expresidente Carlos Salinas , Raniere fundó la empresa de autoayuda ESP, que prometía iluminación personal a cambio de miles de dólares. De ESP salieron también parte de las mujeres que Raniere esclavizó sexualmente , varias de ellas mexicanas. Pero Raniere no se limitó a ESP. En México también fundó escuelas bajo el polémico sistema “ Rainbow ” y la compañía de organización de espectáculos Anima Inc , junto con la artista mexicana, y miembro de ESP, Alejandra González Anaya.

Hace un año, algunas semanas antes de la celebración del Día de Muertos , publiqué en este mismo espacio una columna en la que lamentaba que Anima , empresa fundada por Raniere con el principio expreso de promover sus fatuos conceptos filosóficos a través de puestas en escena coreográficas y musicales, recibiera contratos oficiales de millones de pesos. En aquel tiempo, las acusaciones de Raniere ya eran un escándalo y asociar una empresa tan íntimamente vinculada a un hombre bajo sospecha de haber esclavizado y abusado de decenas de mujeres, algunas de las cuales dispuso marcar como ganado, me parecía, por decir lo menos, inapropiado. Importó poco. La empresa de González Anaya , fundada con Raniere , organizó el desfile.

De aquello ha pasado un año. Desde entonces Keith Raniere ha enfrentado un juicio escandaloso que lo expuso como un hombre capaz de una crueldad aberrante que le destrozó la vida a un amplio grupo de mujeres , a las que sometió, chantajeó y oprimió hasta la ignominia. Repito: varias de esas mujeres víctimas de abuso sexual y vejaciones aberrantes diversas son mexicanas. El jurado lo halló culpable y Raniere irá a la cárcel por años. En suma: si hace un año cualquier vínculo con Raniere ya debía descalificar a Ánima para organizar el desfile o cualquier cosa pagada con el dinero de los mexicanos, ahora el asunto es un escándalo.

Esto supuso un dilema para los socios restantes de Anima Inc. ¿Cómo darle la vuelta al problema? Muy fácil. Anima Inc. se disfrazó de otra empresa: Vuela Corp. Los socios retiraron la foto de Raniere y las referencias explícitas a su papel en la empresa, pero lo que queda es la proverbial gata revolcada. Los socios, tres miembros muy destacados de ESP cercanos a Raniere, siguen dirigiendo la compañía. La descripción de los objetivos de la compañía recoge el mismo pomposo lenguaje de autoayuda de Raniere. El logo de Anima era una pluma gris que flota, coqueta, al aire. El de Vuela es…¿idéntico? Tan son lo mismo ambas empresas que la página de Internet de Vuela todavía presume los videos de los eventos que organizó la compañía cuando era Anima. No sorprende: son la misma cosa.

El engaño es evidente, pero no para el gobierno de la ciudad de México, que ha vuelto a contratar a la empresa para organizar el desfile del Día de Muertos que ocurre en estos días.

El sábado pasado busqué a las autoridades capitalinas para preguntar por qué habían decidido cometer el mismo error de administraciones anteriores (incluido Enrique De la Madrid, el secretario de Turismo de Enrique Peña Nieto, cuyo hermano y cuñada también formaron parte de ESP). Me respondió Paola Félix Díaz, diputada federal de Morena y titular del Fondo Mixto de Promoción Turística de la capital. La diputada Félix Díaz se encargó de contratar a Vuela. Félix Díaz protagonizó otra polémica en los últimos días. Hace poco presumió en Twitter que su “amigo” el actor Eduardo Verástegui, reconocido conservador (de los de verdad, no de los que imagina el presidente), la nombró “embajadora” de una película llamada “Inesperado”, que defiende “el derecho a la vida”. Supuse que alguien con tan, digamos, sublime noción moral sería sensible a la impropiedad de contratar a una empresa íntimamente ligada a un hombre condenado por esclavizar y lastimar mujeres. Me equivoqué.

En una conversación por mensaje de texto, la diputada Félix Díaz me aseguró dos cosas: primero, la empresa Vuela “no ha sido acusada de nada en México”; segundo, “son muy profesionales y están haciendo una labor excelente por una cuarta parte de lo que se pagaba antes”. Después de explicarle las similitudes descaradas entre Vuela y Ánima, le sugerí que, quizá, la contratación de la empresa originalmente creada por Raniere e inspirada en sus ideas iba más allá de consideraciones legales o de presupuesto y podría ser un error, sobre todo para un gobierno progresista que se precia de proteger a las víctimas de, precisamente, este tipo de atropellos. La diputada Félix Díaz creyó conveniente responder con una comparación que, uno supone, le pareció apropiada. “Siguiendo tu línea de pensamiento, Volkswagen fue fundada por el tercer Reich y no creo tengas problema subiéndote a un Passat”, me escribió. Eso sí: lo hizo “con todo cariño”.

Ahí queda. Por lo pronto, los contribuyentes capitalinos deben saber que, una vez más, sus impuestos llenarán los bolsillos de los entusiastas amigos de Keith Raniere, un hombre que espera, en este momento, sentencia por tráfico sexual, crimen que cometió, de la manera más horrenda, contra un grupo de mujeres, entre ellas (hay que subrayarlo hasta que se entienda) varias mexicanas. Mientras eso ocurre, sus seguidores en México siguen haciendo negocio a través de empresas directamente inspiradas por un delincuente.

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