México puede estar orgulloso de tener a dos mujeres en la contienda presidencial. Histórico. Pero México no puede estar orgulloso de un gobierno que, aunque se presume de izquierda, en seis años no entabló diálogo con las feministas. México no puede estar orgulloso de un “primero los pobres” porque las mujeres que forman parte de esta supuesta inclusión no han visto el cambio necesario en sus vidas desde 2018. Todavía en 20 estados del país el aborto es penalizado. ¿Cuál libertad? ¿Cuáles derechos? ¿Cuál posibilidad de decidir sobre sus cuerpos? Hay un avance a nivel federal después de que la Suprema Corte de Justicia analizó un amparo que interpuso la organización Gire, y del que concluyó, en septiembre pasado, que el apartado del Código Penal Federal que criminaliza el aborto ya no tendría efectos. Pero “falta despenalizar el aborto por lo menos durante las primeras 12 semanas de gestación en los 20 estados restantes”, dice Rebeca Ramos, directora de la organización. Y si el tema del aborto parece demasiado polémico en tiempos electorales, está pendiente “garantizar a todas las personas el acceso a la información y a los servicios de calidad sobre salud sexual y reproductiva”, agrega. ¿O cómo piensa Ud. que las personas puedan prevenir un embarazo no deseado? Ah, claro, no solo hay que educar que es un derecho, no solo hay que dar acceso a la salud que también es un derecho sino que hay que eliminar la violencia machista.

Hemos dicho en este espacio que el movimiento está estancado, que el ritmo al que caminamos hacia el piso parejo y el respeto de los derechos humanos de las mujeres va a un paso tan lento que logra difuminar el humo morado de las demandas. Pero quiero corregir: el movimiento no está estancado, el movimiento está opacado por la única agenda importante, la del presidente.

“Desesperanzador”, dice Arussi Unda, cofundadora y portavoz del colectivo Las Brujas del Mal, nombrada en 2020 por la revista TIME, una de las 100 líderes más influyentes, cuando le pregunto por el sentimiento y razonamiento con el que termina este sexenio. “El ambiente político se percibe avorazado, donde poco importan las propuestas y el trabajo que beneficien a las y los ciudadanos”, comenta. Las colectivas feministas con las que he estado conversando en estas semanas, coinciden en que los avances en los últimos años se realizaron a pesar de la clase política y no tanto gracias a ella. Coinciden en que el movimiento se dio cuenta de que a este gobierno no le interesaba escuchar, sino más bien poner vallas y protegerse de ser cuestionado.

¿Y a México, de qué nos sirven dos candidatas mujeres si ninguna se muestra verdaderamente feminista? ¿Es la simulación de siempre? ¿Se mimetizan con el sistema como lo han hecho las mujeres dentro de Morena que nada presionaron al presidente López Obrador para que abriera las puertas de Palacio Nacional a las que marchaban? Hoy terminan las precampañas y ni las colectivas feministas, ni la ciudadanía en general tienen claridad sobre qué postura tiene cada una de ellas —Claudia y Xóchitl, menos el otro Jorge naranja que apenas pinta, frente a los feminicidios, frente a la violencia contra las niñas y las adolescentes. ¿Qué van a hacer entonces las feministas con su voto este 2024? “No hay ‘nueva política’ ni ‘transformación’ alguna”, dice Arussi. “No hay caras nuevas ni se ha integrado a la sociedad civil organizada en nada, son solo cámaras de eco”.

¿Claudia y Xóchitl no se han dado cuenta que las mujeres son mayoría en la lista nominal? ¿No se tienen miedo entre ellas, pero sí le tienen miedo al patriarcado que las castigue por andar de “revoltosas” y “haciendo pintas”? ¿O van a ir a marchar el próximo 8 de marzo para únicamente tomarse la selfie? Las feministas se mantienen en la lucha. “El sistema nacional de cuidados que permita la corresponsabilidad de la vida laboral y la personal”, queda pendiente, dice Rebeca. Suelo parejo, eso quieren las feministas, suelo parejo.

¿Qué esperan Claudia y Xóchitl para dirigir su atención a las necesidades en materia de justicia para ellas? “Hay que hablar de justicia transformativa”, enuncian desde OCUPA A.C., organización que fomenta la reinserción social y la prevención de conductas delictivas. “Esperamos tener algún eco de todos los candidatos, porque la basada en el militarismo no llega a las víctimas, sino que genera más violencia”, agregan. “Los presupuestos deberían estar en educación, desarrollo y salud, pero se van a los militares”, argumentan.

Hasta ahora vemos a dos mujeres que se han dicho feministas, pero a ninguna como candidata verdaderamente feminista. Hasta ahora “vemos candidatas tan disociadas de su ser mujer, que siguen la línea que han marcado los hombres”, dice Arussi.

Sin tomar en cuenta al feminismo, Claudia y Xóchitl tienen una campaña patriarcal por ganar, pero sin el feminismo a cuestas, tienen un país entero qué perder.

@LauraManzo

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