La diplomacia moderna enfrenta un desafío dual: debe ser capaz de estrechar la mano del productor local en una comuna del sur de Chile y, al mismo tiempo, trazar las grandes líneas de la arquitectura comercial global. Al realizar el balance de la gestión económica durante este 2025, se puede afirmar que la Embajada de México ha logrado sintetizar estos dos mundos, construyendo un modelo de integración que parte desde la raíz regional para proyectarse hacia los mercados más dinámicos.
Si en el ámbito político hemos hablado de una "diplomacia descentralizada", en lo económico hemos impulsado una “democratización de las oportunidades”. Entendimos tempranamente que el vigor comercial entre nuestras naciones no podía depender exclusivamente de las grandes corporaciones asentadas en las capitales. Por ello, este año volcamos nuestros esfuerzos en construir puentes directos entre las regiones de Chile, sus gobiernos regionales, comunas estratégicas y el inmenso mercado mexicano.
La estrategia fue clara: articular el tejido productivo local con la institucionalidad binacional. Incentivamos un diálogo inédito entre las cámaras de comercio de las regiones y comunas —desde Valparaíso hasta Los Lagos, pasando por O´Higgins, Ñuble, Maule, Biobío y La Araucanía— y la Cámara de Integración Chileno Mexicana (CICMEX). Al llevar nuestra estrategia de cooperación y crecimiento para Latinoamérica a los territorios, estamos trabajando para que las relaciones comerciales vivan hoy su momento más vibrante. Ya no es necesario pasar por Santiago para mirar hacia el norte; hoy, un empresario de Talcahuano o una emprendedora de Puerto Montt pueden tener línea directa con las oportunidades de inversión y exportación en México.
Esta capilaridad territorial abre la puerta a una visión de futuro: el desarrollo económico mexicano se erige hoy como la gran oportunidad para la diversificación de las inversiones chilenas. En un mundo que exige certeza, la ubicación geográfica y estratégica de México se ha vuelto un activo insustituible. Invitamos a conocer el Plan México para constatar que existen más allá de los instrumentos tradicionales. La nueva configuración de operaciones que se están abriendo en nuestro territorio y nuestra red de tratados comerciales, ofrecen un ecosistema de seguridad y crecimiento. La relocalización de cadenas de suministro (nearshoring) ha convertido a México en un gran nodo logístico e industrial del hemisferio, y Chile puede acompañar este auge.
Sin embargo, la joya de esta nueva etapa de integración contempla el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec. Debemos proyectarlo como una ruta de comercio que pronto será una gran alternativa global; si bien aún hay tramos por concluir, representa hoy una posibilidad de inversión inigualable, pues allí se generarán 14 Polos de Desarrollo para el Bienestar. Estos espacios están diseñados para atraer e instalar industrias que se alineen con las vocaciones productivas regionales, sujetos a incentivos fiscales, federales y estatales, con el fin de impulsar la generación de empleo y el crecimiento económico. No señalamos esto como algo acabado, sino como un proceso en marcha que ofrece al mercado chileno la posibilidad de integrarse tempranamente a una plataforma logística que reducirá costos y asegurará mayor rapidez hacia la costa este de los Estados Unidos y Europa.
El 2025 estuvo focalizado estratégicamente en el fortalecimiento de los puentes con el sur de Chile, aprovechando su vocación agrícola, forestal y pesquera. Este 2026 será del año del norte austral. Nuestro compromiso para el próximo periodo será la construcción de lazos y redes profundas con las regiones del norte chileno. Iremos al encuentro de Atacama, Antofagasta, Tarapacá, Arica y Parinacota. Sabemos que en el desierto más árido del mundo existen oportunidades inmensas en minería, energías renovables y logística portuaria que dialogan directamente con las capacidades industriales de México. Deseamos que el norte de Chile amplíe el diálogo con suelo azteca.
Hemos sembrado en 2025 una relación económica que no es extractiva, sino sinérgica. Al vincular a las comunas chilenas con el nuevo motor mexicano, estamos diciendo que el desarrollo o es para todos, o no es desarrollo. La invitación está hecha: México seguirá ampliando puentes hasta el sur de nuestro continente. Aprovechemos juntos las oportunidades que ofrece el Tratado de Libre Comercio México-Chile, recientemente modernizado, para fortalecer la inversión chilena con un destino claro, y ese es México.
Embajadora de México en Chile

