Al asumir la conducción de la Embajada de México en Chile en septiembre de 2023, arribé con una instrucción precisa del Ejecutivo y una convicción ética inquebrantable: la diplomacia del siglo XXI ha dejado de ser un ejercicio estético de salones cerrados para convertirse en una herramienta de transformación social. Al realizar el balance político de nuestra gestión durante este 2025, puedo afirmar con responsabilidad que hemos resignificado el vínculo bilateral. La hermandad entre nuestras naciones no se decreta en las cúpulas; se construye a ras de suelo, descentralizando el diálogo y reconociendo que la soberanía reside, invariablemente, en los pueblos y sus territorios.

Guiados por el Humanismo Mexicano que cimienta nuestra política interior y exterior, hemos desafiado el paradigma del centralismo. Entendemos que Chile, espejo austral de nuestras propias complejidades, es una nación vibrante que no se agota en los límites administrativos de su capital. Por ello, hemos desplegado una "diplomacia descentralizada", con la certeza de que las relaciones internacionales deben irrigar cada rincón de la geografía para ser auténticamente democráticas.

Nuestra prioridad política ha sido ampliar la profundidad de los vínculos de cooperación más allá de la inercia administrativa. Nos hemos volcado hacia las regiones, esos espacios donde reside la identidad profunda y la fuerza productiva del país. Hemos tejido acuerdos sustantivos en Valparaíso, Maule, Ñuble, Biobío, La Araucanía y Los Lagos. No hemos realizado visitas protocolares; hemos acudido a reconocer en el sur de Chile las mismas aspiraciones de justicia que mueven a nuestras propias regiones, buscando coincidencias que beneficien directamente a nuestras poblaciones.

Esta descentralización posee un anclaje ético en lo local. La célula básica de la democracia es el municipio. Bajo la premisa de "por el bien de todos, primero los pobres", hemos edificado puentes sólidos con comunas periféricas como Lo Espejo, San Joaquín, Conchalí, Talcahuano y Puente Alto. En estos territorios, a menudo invisibilizados, encontramos comunidades que reconocen en México a un aliado histórico. Del mismo modo, en Puerto Montt, Puerto Varas y Nueva Imperial, hemos constatado cómo la gestión local es el motor de la innovación social.

Sin embargo, la diplomacia debe saber leer la ciudad y sus flujos vitales. Por eso, nuestra presencia recorrió el patrimonio arquitectónico y social de los barrios Yungay, Londres y República en Santiago, así como los laberintos de identidad de Cerro Alegre en Valparaíso. Entendemos que en esas calles se resguarda la historia republicana que debemos proteger. Asimismo, nos sumergimos en la economía real, esa que bulle en el Mercado Central de Santiago y en la emblemática Feria Pinto de Temuco. En esta última, epicentro del comercio en La Araucanía, confirmamos que los mercados son espacios de resistencia cultural y soberanía alimentaria.

La política exterior, no obstante, carece de horizonte si no se cimienta en el conocimiento y la institucionalidad. Conscientes de esto, durante 2025 estrechamos lazos estratégicos de alto nivel con el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, así como con el Ministerio de Educación de Chile. Con ambas carteras, hemos trabajado para que la cooperación deje de ser retórica y se convierta en política pública.

Bajo este paraguas institucional, consolidamos alianzas con las universidades públicas y regionales —la Universidad de Concepción, la Universidad de La Frontera, la Universidad de Valparaíso y la Universidad de Los Lagos—, entendiéndolas como bastiones de desarrollo territorial. Y fruto de esta sinergia entre Estado y Academia, logramos uno de los avances más trascendentales del año: el impulso decisivo al Reconocimiento Mutuo de Títulos y Grados Académicos. Continuamos trabajando para saldar una deuda histórica para que el talento formado en México tenga plena validez en Chile y viceversa. Esto es integración real: derribar burocracias para unir inteligencias. Además de que contaremos con nuestra máxima casa de estudios -UNAM- como una ventana que fortalecerá nuestra hermandad con América Latina.

En esta batalla por las ideas, dimos un paso audaz hacia la soberanía cultural con el Acuerdo 25x25, una iniciativa editorial que pone a dialogar a nuestros pensadores sin intermediarios. A este esfuerzo sumamos la diplomacia cultural en regiones, destacando nuestro acercamiento con el Centro Cultural Casa Gonzalo Rojas, en Chillán. Allí, en la morada del gran poeta, reafirmamos que las letras son la infraestructura moral de nuestra América Latina.

Si el territorio es el cuerpo de nuestra gestión, la memoria es su columna vertebral. No se puede comprender la relación México-Chile sin la solidaridad ante el quiebre de 1973. Fieles a una visión histórica, fortalecimos lazos con las organizaciones de derechos humanos. Recorrer Villa Grimaldi, el Estadio Nacional, Londres 38, Tres y Cuatro Álamos o el Estadio Víctor Jara, constituye una declaración política de "Nunca Más". Nuestra presencia en la Casa de Memoria José Domingo Cañas, en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende y nuestra visita a los horrores de Colonia Dignidad, ratifican a México como refugio de la verdad. Asimismo, el descenso a la mina El Chiflón del Diablo de Lota nos permitió rendir un homenaje solemne a la historia obrera, recordando que la memoria también se escribe con el esfuerzo de los trabajadores en las entrañas de la tierra.

Finalmente, esta gestión cobra su sentido más transformador y emancipador al cruzarse con nuestra agenda de género. En el "Año de la Mujer Indígena Mexicana", impulsamos una diplomacia con rostro ancestral. Generamos acciones conjuntas inéditas con líderes y defensoras ambientales del pueblo mapuche, reafirmando que la crisis climática requiere de la sabiduría de los pueblos originarios. De igual manera, tejimos lazos con las organizaciones de arpilleras; esas mujeres que bordan la resistencia son testimonio de que la cultura es una trinchera inexpugnable.

Al cerrar este 2025, la Embajada de México en Chile no es una oficina distante; es una presencia viva y actuante. Hemos demostrado que la diplomacia es un instrumento de justicia social que conecta ministerios, universidades, mercados y sitios de memoria. La amistad entre el águila y el cóndor vuela hoy más alto porque hemos decidido volar más cerca del suelo, construyendo un frente común latinoamericano basado en el respeto, el conocimiento compartido y la integración profunda de nuestros pueblos.

Embajadora de México en Chile

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