Los mexicanos prefieren no ir al hospital hasta que ya no parezca haber de otra. A veces parece haber de otra y prefieren quedarse en casa y morir. Los mexicanos que finalmente deciden acudir al hospital, prefieren no ser intubados porque aseguran que casi nadie sale vivo de ahí. Los mexicanos que, tras la recomendación médica, sí optan por ser intubados, deberán primero no ser obesos, ni sufrir de diabetes, hipertensión, dislipidemia o cualquier otra enfermedad asociada o condición que reduzca su probabilidad de vida, porque serán descartados para dejarle su lugar a quien goce estadísticamente de mayor posibilidad. Los mexicanos que, tras la recomendación médica, sí optan por ser intubados y no son obsesos ni todo lo demás, deberán después correr con mucha suerte para tener lugar en los abarrotados espacios de terapia intensiva, y que los atienda un intensivista. De otra forma deberán irse a piso y aunque intubados, los atenderá un cirujano, un cardiólogo, un endocrinólogo, un neumólogo si bien les va, reduciendo nuevamente su probabilidad de recuperarse. "La capacidad instalada de terapias intensivas no alcanza, entonces hay que seleccionar bien a los pacientes que por estadística tienen más probabilidad de vida”, me dice la doctora Mireille Arango, especialista en medicinas de Urgencias, quien trabaja en la unidad del IMSS Carlos McGregor, dedicado hoy en su totalidad a Covid-19. Por cierto, Arango comenta que no ha visto ventiladores distintos o nuevos a los que ya se tenían previo a la pandemia. Los mexicanos deberán volver a correr con suerte para que el doctor que los atienda no esté demasiado cansado y pueda ejercer con todas sus facultades, ya que la falta de equipo de protección tampoco alcanza y las largas guardias los aletargan. Los mexicanos sobrevivientes a todo lo anterior deberán volver a, sí, correr con suerte para que cuando los doctores los receten, haya medicamento en existencia. “Seguimos con desabasto, con los pocos medicamentos que sabemos que nos pueden llegar a ayudar”, agrega Arango.

Todo esto sucede en el IMSS, donde han muerto en promedio 19 de cada 100 pacientes con Covid, habiendo atendido esta institución a 161,871 personas, hasta el pasado 13 de agosto. Así lo dicen los datos de la Dirección de Epidemiología, dependiente de la Secretaria de Salud. Pero historias así también suceden seguramente en el ISSSTE, donde la letalidad (número de personas con Covid-19 que muere) es casi del 17%. En los hospitales de PEMEX la letalidad fue, para las mismas fechas, de 15%, y 11% en los de la SEDENA. PEMEX ha atendido 5 mil 668 personas con Covid, y SEDENA 3 mil 339. Esto cuando la letalidad nacional —hospitalizados y no— anda arriba del 10% (y es una de las más altas del mundo) según la Universidad de Johns Hopkins. Pero la mayor sorpresa viene cuando los hospitales estatales a cargo del gobierno federal (SSA) solo presentan un 6% de letalidad, habiendo atendido, a la misma fecha, 277 mil 330 enfermos. Este último número representa casi el 55% de los enfermos totales en el país, frente a un 32% de las personas positivas al covid que han acudido a un hospital del IMSS. En los hospitales de la SEMAR es de 6% con 3,671 casos atendidos. Los privados, por su parte, presentan letalidad del 4%, habiendo atendido a 15 mil 382 pacientes.

La pandemia no iba a perdonar el colapso del sistema de salud mexicano, el eterno y mezquino desabasto de medicamentos, eso ya lo sabíamos. La pandemia iba a dejar a la suerte de los mexicanos su sobrevivencia. Esos que con médico, sin médico y a pesar del médico (este caso a pesar del sistema) iban a poder contar su historia y no contar entre los muertos, eso sí, si bien les va. Porque sabemos que hay muchos otros que ni siquiera están contando entre los muertos.

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