“Es cómo rehabilitamos lo más pronto posible la línea porque se trasladan más de 300 mil personas en esa línea, entonces tenemos que rehabilitarla, y hay voluntad de parte de las empresas, cosa que celebro (sic)”, dijo la mañana de ayer el presidente López Obrador, durante su conferencia sobre la línea 12 del metro, cuando le preguntaron sobre la reunión sostenida junto con él, Carlos Slim y la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, el día anterior en Palacio Nacional. Esto sin dejar de comentar su negativa –y muy personal— opinión sobre los abogados que defienden a las familias afectadas. “… de estos abogados que sacan raja del dolor humano, que les interesa el dinero, ya están metidos queriendo sacar más, para decirlo con claridad, pero no en beneficio de los familiares de la víctima sino de ellos, incluso creo que un despacho estadounidense, como si ellos fueran muy justos y nosotros muy injustos(sic)”, agregó. “Están en su derecho”.
Gracias señor presidente, por aclarar que los familiares de 26 fallecidos y más de 30 hospitalizados tienen derecho a denunciar. Gracias señor presidente, por recordarnos nuestros derechos. Aunque en este país denunciar significa un largo, tedioso y complejo camino para obtener justicia, en los pocos casos que llega a obtenerse en realidad. Sabiendo esto, señor presidente, ¿no le parece osado aventarse a comentar su opinión sobre los abogados que “sacan raja”? En el país donde de lejos se ven pasar los derechos y donde las instancias resultan una burla para el ciudadano, el presidente utiliza la tragedia para sacar raja para empujar su eterno discurso polemizador. ¿No le parece, señor presidente que la vida de una persona no cuesta 650 mil pesos?
Los 4.5 millones de usuarios de esta red de transporte deberíamos de estar denunciando, junto con las familias afectadas el 3 de mayo pasado. ¿Por qué no, a manera de manifestación, saltarse las barras de entrada al metro de la línea 1 a la 9 y de las líneas A y B? Dirán que incito a la violencia y al delito, pero si bien han estado indemnizando a los familiares de los fallecidos, ¿qué pasa con el peligro que corren todos los días, todos y cada uno de los usuarios de un sistema que carece, desde hace muchos años, de mantenimiento adecuado? Dirán también que podría hacerse pacíficamente o por las instancias correctas. ¿Cuáles instancias si es el mismo presidente que amedrenta a los “quejosos”? ¿Qué pasa con la investigación judicial? Nada, el país de nada pasa.
¿Por qué no estamos todos los chilangos -usuarios y no usuarios- manifestándonos para que esto se resuelva? ¿Por qué seguimos nuestra vida y dejamos que el presidente nos hable así? ¿Por qué no nos enoja lo suficiente para actuar más allá de las redes sociales? ¿Por qué hemos de sobajarnos a la ineficiencia del gobierno? Es el círculo vicioso del gobierno que no procura la justicia, y los ciudadanos que no sabemos, no queremos, no creemos ya en nada. Pero ojo, solo una de las partes tiene la capacidad de romperlo, y no, no es la autoridad.
Gracias señor presidente, por también recordarnos que no sabe la diferencia entre un acto negligente y un accidente. Gracias señor presidente, por entonces reflejar o encarnar de manera tan precisa nuestra parte más oscura, nuestra mexicanidad más mediocre, aquella que nos ha traído hasta el país de la nada, aquella de puros cuentos victimistas, tan irresponsable y destructiva.





