Tras una década de mediciones de pobreza y desigualdad, con base en indicadores de pobreza multidimensional y el de Gini -coeficiente de concentración del ingreso- el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social, muestra un panorama social poco alentador.

El análisis que parte de los datos que arroja la Encuesta Nacional de Ingreso y Gastos de los Hogares del Inegi indica que si bien la pobreza extrema se redujo en 3 millones de personas (de 12.3 a 9.3 millones) en la última década, el número de personas en pobreza aumentó en 2.9 millones de personas (de 49.5 a 52.4), después de haberse destinado en una década 40 billones de pesos a la política social, lo que significaría que llevaría 175 años abatirla, de seguir al mismo paso.

En el mismo balance de dicho periodo, se tiene que señalar que este aumento en niveles, significó, sin embargo, una disminución de la pobreza en términos relativos. Ésta bajó de 44.4% en 2008 a 41.9% en 2018, mientras que el porcentaje de población en pobreza extrema bajó de 11.0% a 7.4%.

Desataca que en 24 entidades, entre 2008 y 2018, se redujo el porcentaje de la población en situación de pobreza y la mayor disminución se presentó en Aguascalientes, Hidalgo y Tlaxcala, mientras que se incrementó en Veracruz, Oaxaca y Colima.

Asimismo, las carencias sociales (educación, salud, seguridad social, calidad de la vivienda, servicios básicos de vivienda y alimentación) que forman parte de la evaluación de pobreza multidimensional, mejoraron en una década, a nivel nacional.

Sin embargo, a pesar de estos avances, la evaluación del Coneval sigue mostrando una cruda realidad: la persistencia de la pobreza y rezagos sociales importantes que obstaculizan el desarrollo económico del país.

Así Oaxaca, Guerrero y Chiapas son los estados más pobres del país, siendo que en esta última entidad 76.4% de su población permanece en dicha condición. La población “afortunada” que no es pobre ni vulnerable sólo representa la quinta parte de la población total y la seguridad social sigue siendo la carencia social más visible, afectado a casi 72 millones de personas.

Asimismo, la desigualdad es elevada -el índice de Gini en 2018 fue de 0.426 (siendo uno el valor de mayor concentración), si bien inferior a la que prevalecía diez años antes (0.456).

Algunas conclusiones son evidentes: el esfuerzo por revalorar aquéllos programas sociales que no están generando los resultados deseados; priorizar inversiones productivas, particularmente en el sur-sureste, para poderlo insertar en una dinámica de mayor crecimiento, progreso y bienestar social; y, repensar la política laboral asociada a esquemas de mayor productividad, que permitan alcanzar mayores ingresos reales con la garantía de puestos de trabajo con prestaciones, sobre todo, tocantes a la seguridad social.

El mismo Coneval ha sugerido en diversas ocasiones que los programas sociales necesitan tener muy clara la población objetivo a atender; indicadores para poder medir, y seguimiento para poder corregir y mejorar, como mínimo. Es posible aspirar a una política social con mejores resultados, ¡es urgente!

Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac, México Norte
idea@anahuac.mx

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