Los pronósticos de crecimiento de Estados Unidos para este año han cambiado sustancialmente y el centro del debate de la política monetaria es hasta cuándo las tasas de corto plazo comenzarán a subir.

Muchos pronósticos ubican ahora la tasa de aumento del Producto Interno Bruto (PIB) por arriba de 8%, como es el caso de Morgan Stanley y Goldman Sachs, frente a una estimación promedio ligeramente por arriba de 4% que se tenía a principios de año.

El explosivo optimismo estriba en el paquete de ayuda que se confiriera al entonces presidente Donald Trump, antes de concluir su mandato, y la aprobación de un estímulo de 1.9 billones de dólares que le diera el Congreso de ese país al actual presidente Joe Biden, lo que equivale a 20% del PIB de ese país.

Esto significa que el gatillo se ha disparado, y el efecto de estas inyecciones de liquidez es que aumenten el consumo y la inversión, pero también las presiones inflacionarias. El discurso de la Reserva Federal (Fed) es tratar de mantenerse en la línea de tasas de interés bajas en un futuro cercano y tratar de “comprar tiempo”.

Sin embargo, los treasuries de 10 años siguen con su tendencia alcista y el mercado pareciera no dar credibilidad a Jerome Powell, presidente de la Fed. En tanto, el dólar se vio fortalecido por la mayor inflación esperada y mayores tasas de interés. Así, el nivel previsto de un tipo de cambio de 22 pesos por dólar para 2021 podría ser acertado.

¿Y para la economía mexicana esta coyuntura qué otras implicaciones tiene? La más evidente es que las bajas que se esperaban de la tasa de referencia en las próximas reuniones de la Junta de Gobierno del Banco de México no se materialicen.

De hecho, así sucedió en marzo, y la tasa de referencia permaneció en 4% por votación unánime. Ésta ha experimentado doce ajustes desde agosto de 2019; en el tercer mes del año no se siguió con la política de relajación del banco central y, como se esperaba, sobrevino la pausa monetaria.

Hay que señalar que en el país la inflación se ha acelerado (la tasa anual de febrero fue de 3.76% contra 3.54% en enero) y las alzas de los precios de los alimentos y energéticos llevaron a la inflación a ubicarse en 4.12% anual durante la primera mitad de marzo, por encima del nivel objetivo de Banco de México.

De hecho, el avance en precios pudiera superar 5% este mes y entonces la estimación de inflación podría converger hacia su objetivo hasta el segundo trimestre de 2022. El aumento “transitorio” de la inflación, de acuerdo con las autoridades monetarias, obedece al bajo nivel comparativo del año anterior. Esta situación prácticamente anula la posibilidad de recortes adicionales a la tasa de referencia.

En ausencia de una política fiscal expansiva y políticas públicas que han mermado la confianza de los inversionistas, éstas no son buenas noticias, en el sentido que México debería apuntalar su reactivación, hoy prevista en un aumento del PIB de 4% en este año, pero insuficiente para compensar la caída de 8.5% en 2020.

Desde luego, también hay una necesidad imperante de que México fortalezca los fundamentos macroeconómicos, sobre todo por los riesgos globales que se han mencionado sobre las condiciones financieras y la pandemia, así como por el retraso de la vacunación, y no se aprecia que esto esté sucediendo. Es por ello que, más temprano que tarde, podrían verse alzas en las tasas de interés, como en muchos otros mercados emergentes.

Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac México, campus Norte
Email: idea@anahuac.mx

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