Por Carolina Barry y Carolina Guerrero Valencia

La figura de la primera dama es uno de los muchos temas que definen los nuevos gobiernos en América Latina. Diferentes regímenes políticos han expresado posturas diversas respecto de cuál debería ser el alcance de dicha figura, que tradicionalmente ha sido ocupada por la esposa del mandatario, aunque, en algunos casos, lo hicieron también hermanas o hijas de los presidentes. En ocasiones, este tema se aborda de manera explícita, mientras que en otros casos se va delineando a lo largo del tiempo o en el transcurso del ejercicio del poder. Dada la ausencia de normativas específicas que regulen su desempeño, las opciones para este rol son variadas y numerosas. La primera dama comenzó siendo la acompañante del presidente que solo acudía a ciertas reuniones y viajes presidenciales y la anfitriona de la casa gubernamental. Luego, se incluyó su participación en algunas obras de caridad como visitar hospitales, escuelas y asilos de ancianos. Finalmente, el rol se ha tornado más político, y las primeras damas pueden promover programas o políticas sociales e incluir temas en agenda pública. Para ello, algunas cuentan con una oficina, presupuesto y funcionarios dentro de la presidencia institucional. Incluso, ciertas primeras damas han desempeñado un papel equiparable al del presidente, a pesar de no haber sido elegidas formalmente para ocupar dicho cargo, generando un liderazgo dual no exento de controversias.

Algunas administraciones han buscado fortalecer y expandir el rol de la primera dama. Un caso reciente es el de , esposa del presidente Petro en Colombia, quien ejerce una fuerte influencia en el gobierno y fue nombrada embajadora en misión especial para asistir en representación del país a actividades internacionales. Y hay otros casos en los que se ha buscado limitar o suprimir la figura de la primera dama, como ha ocurrido en , ,  y . Sin embargo, la mayoría de las veces estos cambios han quedado en declaraciones de intención, que se han diluido en el mismo gobierno o que se restablecieron en el período presidencial siguiente, ya que no han sido acompañados de un cambio institucional, con la excepción del caso de Chile, que incluyó reformas importantes.

Gabriel Boric y su entonces pareja Irina Karamanos decidieron realizar una reforma estructural para modificar la institucionalidad de la primera dama. En los primeros días de gobierno se anunció que se iba a resignificar este cargo, tras críticas por asumir el rol desde la oposición (por no estar casados) y de grupos feministas de su misma coalición que consideran el rol extemporáneo, sumado a un contexto de fuerte cuestionamiento a la élite política e institucionalidad existente por parte de la ciudadanía. A finales de 2022 y tras un año de gobierno, se concretó  y sus siete fundaciones fueron distribuidas en diferentes ministerios. Esta innovación institucional marcó un punto de inflexión en la evolución del rol desde el retorno de la democracia en Chile y el consecuente incremento de las funciones asumidas. La eliminación permanente de la estructura existente provocó un cambio a largo plazo en el panorama institucional.

En Argentina, la tierra de , reconocida como la figura por excelencia del impacto político que puede tener una primera dama, ese papel ha tomado diferentes carices desde el retorno a la democracia. Desde el intento de Raúl Alfonsín de reducir sus denominaciones honoríficas solicitando que simplemente se la llamara “su señora esposa” hasta Cristina Fernández, quien buscó presentarse como la primera ciudadana. Cabe destacar que Fernández contaba con experiencia legislativa, que, sumada a una estrategia electoral de rotación con su marido, le sirvió como base para su candidatura y posterior presidencia en dos períodos consecutivos.

Estos cambios no excluyen los roles estrictamente protocolares que desempeñaron las esposas de Fernando De la Rúa y Mauricio Macri, con especial mención a esta última. Juliana Awada se destacó por su activa, impecable y glamourosa participación en eventos protocolares, aunque sin una dedicación específica a causas sociales, salvo algunas visitas aisladas al comedor Los Piletones. La última primera dama argentina, Fabiola Yáñez, pareja de Alberto Fernández, tuvo un marcado interés en involucrarse en diversas tareas sociales y en formar parte del grupo ALMA, que reúne a algunas de las primeras damas latinoamericanas con singular relación con el Vaticano. ¿Quién asistirá a dichos encuentros en la nueva administración?

Tras la huella dejada por Eva Perón en la política argentina, todos los gobiernos se han visto en la obligación de definir el papel de la esposa del mandatario. El recién asumido presidente de Argentina, Javier Milei, no ha sido la excepción y ha proporcionado una definición acerca del rol de su pareja, la reconocida artista Fátima Flórez. En sus declaraciones, Milei expresó que lo más adecuado sería cancelar la designación de Flórez como primera dama, argumentando que no sería justo privar a la población de una artista excepcional como su actual compañera. Sin embargo, en una entrevista periodística, la artista señaló que siempre ha mantenido un interés genuino en la beneficencia y en “hacer el bien”, una motivación que la ha acompañado a lo largo de toda su vida, volviendo a una mirada absolutamente tradicional sobre el desempeño esperable para la esposa de mandatario. Como una confirmación de esta afirmación, recientemente Flórez se dirigió al comedor popular Los Piletones, que simboliza el epicentro de la ayuda social macrista, y es regenteado por Margarita Barrientos, una figura muy cercana al ex presidente de la nación y votante declarada de Javier Milei.

La presencia de Fátima Flórez, una popular y rubia artista reconocida por sus imitaciones de Cristina Fernández, ha suscitado extrañas comparaciones con la histórica dupla Perón-Evita, basadas únicamente en el pasado artístico compartido por las dos mujeres. La relación amorosa entre Flórez y Milei se hizo pública durante la campaña electoral, cuando el candidato a la presidencia enfrentaba críticas por no contar con una pareja, familia, y por su relación cercana con su hermana e incluso con sus perros, a quienes denomina “mis hijitos de cuatro patas” y que están inmortalizados en el bastón de mando presidencial. La atractiva Fátima Flórez, de alguna manera, buscaba disipar cualquier indicio de duda sobre la masculinidad del candidato. Además, contribuye a consolidar la imagen de Milei como un “macho fuerte, con pelotas”, una característica propia de los liderazgos populistas, a los cuales, según diversas observaciones, se estaría acercando Javier Milei. Este fenómeno refuerza la narrativa construida alrededor de su figura, resaltando aspectos simbólicos que conectan con ciertos patrones de liderazgo en la historia política.

Argentina atraviesa un período de crisis económica intensa, acompañado por un intento de transformación cultural respaldado por la promulgación de un extenso decreto de necesidad y urgencia (DNU) y una ley ómnibus, en los cuales ninguno aborda la cuestión relacionada con la figura de la primera dama. Aunque podría argumentarse que las prioridades del país se centran en otras áreas, ambas regulaciones contienen numerosos temas secundarios, entre los cuales también podría incluirse la discusión sobre el papel que desempeña la pareja del presidente.

Aunque en Argentina aún es prematuro determinar las atribuciones relacionadas con las funciones que podría asumir la figura de la primera dama, resulta intrigante reflexionar sobre la inicial negación y cancelación de su rol, caracterizada por Milei como una “tilinguería” (cursilería). Es relevante señalar que previamente él había afirmado que su hermana, Karina,  pieza fundamental en el armado político que lo condujo a la presidencia y a quien llama “El Jefe”, sería quien ocuparía dicho papel. Sin embargo, ella asumió espacios formales y reglados dentro del Poder Ejecutivo al hacerse cargo de la Secretaría General de la Presidencia tras derogar una normativa que prohibía a los familiares del presidente ocupar cargos en el gobierno. Karina expandió considerablemente su influencia en seis áreas estratégicas de la presidencia, sin descuidar la atención personal del presidente. Sus responsabilidades abarcan desde la gestión de la dieta para bajar de peso hasta las reformas en la Quinta Presidencial de Olivos. Además, es quien lo acompaña a todos los eventos y viajes, ya sea a la base argentina en la Antártida o Estados Unidos. En algún punto, se transformó en el poder detrás del trono, cuidando la firma y las espaldas del presidente. Karina forma parte de ese mundo femenino complejo y diverso que rodea a Milei, quien había sido acusado de misoginia. Para desmentir estas acusaciones, comenzó a aparecer en público rodeado de mujeres, algunas de las cuales ocupan puestos clave en su gobierno.

La a y tiene mucho simbolismo a nivel nacional e internacional. Al estar en una zona gris sin ningún tipo de regulación ni rendición de cuentas dentro del gobierno, se puede desempeñar de diferentes maneras. La disparidad de género en la ocupación de cargos ejecutivos se traduce también en que la función de acompañante está reservada casi en exclusividad a las mujeres. Los casos de primeros caballeros, si se los puede denominar de esa manera, son muy escasos. Es un avance significativo que haya un cuestionamiento y un debate sobre el rol de las primeras damas desde diferentes ideologías y por motivos distintos, Milei un liberal libertario y Boric un socialdemócrata comprometido con una perspectiva de género en su gobierno. De allí que los cambios que se hagan podrían influir en otros países de la región y también son una señal sobre el rol de las mujeres, tanto para las parejas de los presidentes, las cuales buscan tener autonomía y agencia propia sin dejar de ser la pareja del mandatario, como para las mujeres en la sociedad.

Carolina Barry es doctora en Ciencia Política. Investigadora Principal del Conicet. Profesora en la Universidad Nacional de Tres de Febrero e integrante de la Red de Politólogas. Su investigación se centra en el peronismo clásico, el liderazgo de Eva Perón, las organizaciones de mujeres y las primeras damas peronistas.

Carolina Guerrero Valencia es doctora en Ciencia Política. Investigadora asociada en el GIGA Institute for Latin American Studies en Alemania e integrante de la Red de Politólogas. Su investigación se centra en las primeras damas, las élites, el poder ejecutivo, las relaciones ejecutivo-legislativo y las mujeres en la política en América Latina.

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