Por: Detlef Nolte y Miriam Gomes Saraiva

El acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea desata debates apasionados que, según la perspectiva desde la que se abordan, dan lugar a opiniones diferentes. Desde una perspectiva geopolítica y geoeconómica predomina claramente el apoyo al acuerdo. Desde una perspectiva ecologista y de protección de la selva amazónica el rechazo es casi unánime.

A partir de la firma del acuerdo —que todavía debe ser aprobado por los gobiernos y el Parlamento Europeo—, en julio de 2019, hubo varios cambios en el escenario europeo. En general, Europa se ha vuelto más “verde" en los últimos años y este cambio se hizo evidente, por ejemplo, en la renovación de la Comisión de la UE, que ahora tiene un enfoque mucho más activo en la protección del medio ambiente.

También se ha notado en la composición del Parlamento Europeo y en la participación de varios partidos verdes en sus respectivos gobiernos nacionales. El Pacto Verde Europeo influye también en la política exterior comunitaria, con el objetivo de utilizar el peso económico de la UE para promover estándares ambientales y para luchar contra el cambio climático y la degradación medioambiental.

Según una encuesta de Rainforest Foundation de Noruega—llevada a cabo en enero de 2021 en 12 países europeos—, una gran mayoría de los participantes estaba de acuerdo en pedir que sus gobiernos exigieran el cese de la deforestación en la Amazonia antes de que el acuerdo fuera aprobado y ratificado. Desde Europa se ha organizado una amplia coalición llamada “Stop EU-Mercosur” compuesta por más de 400 organizaciones de la sociedad civil y movimientos sociales de Europa y América del Sur.

La selva amazónica tiene una importancia simbólica en Europa. Por un lado, las imágenes de los árboles en llamas son conmovedoras y han convertido al presidente brasileño, Jair Bolsonaro, en el villano ideal contra la protección del medio ambiente. No hay dudas de que detrás de la amplia movilización contra el acuerdo UE-Mercosur hay preocupaciones legítimas.

Los costos de un “no acuerdo”

A veces, sin embargo, sus oponentes dan la impresión de que creen que detener el acuerdo resolverá todos los problemas asociados con el cambio climático y la destrucción del medio ambiente. En ese caso, el acuerdo se convierte en un chivo expiatorio, y eliminarlo sería como salvar a la humanidad con una bala de plata.

Sin un acuerdo, la selva amazónica no sería más segura ni Brasil exportaría menos carne o soja. Tampoco se lograría que Bolsonaro fuera destituido por no firmar el acuerdo. Los europeos dormirían con la conciencia tranquila, pero Europa tendría mucha menos influencia en la política brasileña. Según la Comisión de la UE, los acuerdos de libre comercio son plataformas para una mejor cooperación que promueve los valores e intereses europeos. Esta plataforma no existiría sin un acuerdo.

La campaña contra el acuerdo con el Mercosur no solo no puede garantizar que rechazándolo se lograrían cambios, sino que, además, no toma en cuenta posibles efectos colaterales. El problema de muchos estudios sobre el acuerdo UE-Mercosur es que sobredimensionan su impacto negativo. Al mismo tiempo, no calculan los costos de los escenarios alternativos.

¿Qué pasaría si la UE y el Mercosur no llegasen a un acuerdo y, en cambio, el Mercosur profundizase las relaciones comerciales con China? ¿Estarán mejor protegidos el clima, el medio ambiente y la selva amazónica? ¿Se invertirá la tendencia a la reprimarización de las economías del Mercosur y se protegerá mejor a la industria brasileña o argentina?

Los acuerdos comerciales deben tener una orientación estratégica y no depender tanto de los gobiernos de turno. Para el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, el acuerdo UE-Mercosur tiene un profundo significado geopolítico. Borrell fue muy claro al respecto en un discurso ante el Parlamento Europeo en enero de 2021 cuando reclamó que la UE no puede afirmar que quiere comprometerse con América Latina y trabajar en conjunto con los países de la región y al mismo tiempo no ratificar el acuerdo con el Mercosur. Si Europa no refuerza sus relaciones con la región, otros lo harán.

¿Un momento oportuno?

Brasil es demasiado importante para ser marginado en la política exterior europea. No es un socio fácil en este momento. Sin embargo, lo mismo se puede decir de muchos otros gobiernos latinoamericanos. El gobierno brasileño se encuentra en una situación complicada, y por lo tanto, ahora podría estar más dispuesto a tomar en cuenta las inquietudes europeas con el medio ambiente, pero también de grupos políticos y empresariales domésticos. El Ministerio de Medio Ambiente de Brasil está en la mira del Congreso y queda por ver si el cambio en la Cancillería, como resultado de la presión del Congreso, conducirá a un mayor pragmatismo en la política exterior.

Podría ser el momento oportuno para circunnavegar los acantilados del acuerdo entre la UE y el Mercosur y encontrar una solución satisfactoria y constructiva a los problemas de la implementación del Acuerdo de París y de la protección de la selva amazónica. Ya hay propuestas que están sobre la mesa, como blindar en el acuerdo entre la UE y el Mercosur una cláusula ambiental vinculante. Además, se podría crear un mecanismo para un “diálogo verde” sobre cuestiones ambientales entre los dos actores, con la participación de la sociedad civil y de asociaciones empresariales.

La política comercial europea se enfrenta a un dilema. Pretende, por un lado, defender los intereses geoeconómicos y geopolíticos de la UE, pero también quiere servir como instrumento para garantizar la aplicación de los principios básicos del Pacto Verde en las relaciones exteriores. Europa todavía tiene que encontrar el equilibrio adecuado entre geopolítica y ecopolítica. El acuerdo con el Mercosur es una primera prueba.

DetlefNolte es cientista político e investigador asociado del German Institutefor Global and AreaStudies – GIGA (Hamburgo, Alemania) y del German Council on Foreign Relations (DGAP)
Miriam Gomes Saraiva es profesora titular de Relaciones Internacionales de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ).

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