Por: Lamán Carranza Ramírez y Brenda Valderrama Blanco

La crisis sanitaria provocada por el Covid-19 estará superada cuando el virus deje de circular entre la población; pero muchos de sus efectos persistirán por años; necesitamos aprender de ellos si realmente queremos parar ésta y las próximas pandemias.

Se requiere que más del 70% de las personas sean inmunes, por contagio o vacunación. Lo primero puede tomar hasta 10 años, en condiciones ideales; lo segundo puede lograrse antes, gracias a la ciencia. Hoy más que nunca, la voluntad y la diplomacia científica determinarán el alcance de los beneficios de la vacuna.

Los ojos del mundo están puestos en el desarrollo de una vacuna contra el virus SARS-CoV-2. La Organización Mundial de la Salud (OMS) cita 17 con pruebas en humanos; 125 en análisis clínicos; 149 en ensayos de laboratorio y 457 en etapa de planificación.

China, primer país con acceso a muestras del virus, como era de esperarse tiene muy adelantado el proyecto de la vacuna experimental Ad5-nCoV, desarrollada por la empresa biotecnológica CanSino Biologics junto con la Academia de Ciencias Militares.

Estados Unidos sigue muy de cerca con la farmacéutica Pfizer junto a la empresa alemana de biotecnología BioNTech; las cuales, apenas la semana pasada anunciaron que su candidato a vacuna arrojó datos “alentadores” en las primeras pruebas.

En el Reino Unido, la vacuna ASD1222 desarrollada por la Universidad de Oxford y transferida a la farmacéutica AstraZeneca reportó recientemente el “tipo correcto de respuesta inmune” en los ensayos que se realizaron a más de 15 mil voluntarios del Reino Unido, Brasil y Sudáfrica.

Una suma global de esfuerzos por detener esta pandemia que acumula casi 12 millones de contagios y más de medio millón de muertes. El desarrollo de la vacuna es también una lucha en la que algunos países han invertido más de 100 mil millones de dólares.

México escala rápidamente posiciones en el conteo global de casos confirmados y fallecimientos, al momento de escribir estas líneas, octavo y quinto sitios globales, respectivamente; según el registro de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos.

Esa es la contundencia de los datos, un llamado a todos para poner manos a la obra; es primordial garantizar la soberanía nacional en vacunas, particularmente porque es la segunda vez en una década que nos enfrentamos a un panorama de crisis por un evento pandémico.

En 2009, México fue el Wuhan del mundo y no podemos permitirnos, como lo señalan Laura Palomares, William Lee y Tonatiuh Ramírez en su artículo “Hacia la soberanía en salud”, continuar con la fragilidad estructural que evidenció la Influenza A H1N1, tanto para el sector público como para el privado.

En México hay cientos de investigadores y expertos a la altura de los mejores del mundo, quienes con herramientas más limitadas que en otros países y con gran voluntad, se suman para encontrar la vacuna.

Esa es nuestra ventana de oportunidad, el talento de los científicos mexicanos, experimentados o jóvenes. Ellos pueden, sin problema, dar la cara por México y aportar de manera contundente, pero, puntualicemos y no lo dejemos pasar y brindémosles las herramientas necesarias.

En los próximos meses será discutido el Presupuesto de Egresos de la Federación, y esta es la reflexión que debemos hacer, hoy todos los ojos y esperanzas del mundo están puestas en la ciencia.

La inversión en ciencia, tecnología, innovación para infraestructura y formación de capital humano, debe ser sostenida, sustancial y comprometida.

Sí urgente, pero también crucial que las políticas de planeación de salud, energía y de desarrollo económico, tomen esto en cuenta para estar en condiciones de prevención, más que de reacción, ante situaciones como el Covid-19.

Por la sencilla razón que la devastación del planeta, la extinción masiva de flora y fauna por el cambio climático, supone otros y más frecuentes eventos pandémicos. México debe estar preparado para ello. Hay que fortalecer, con más y mejores herramientas, el trabajo que ya se realiza por una vacuna.

Por ejemplo, el Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que plantea una vacuna de tecnología recombinante; proyecto a cargo de Laura Palomares y Tonatiuh Ramírez.

Rafael Mosqueda contribuye desde la Universidad Autónoma de Querétaro. En otro frente lo hace Bernardo de Lozano-Dubernard, desde el laboratorio Avimex, en colaboración con el Instituto Mexicano del Seguro Social, la UNAM y el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav).

Así como José Manuel Aguilar del TEC de Monterrey e investigadores de la Universidad Autónoma de Baja California, lideran la iniciativa Jonas Salk.

Estos cuatro proyectos son impulsados por el Canciller Marcelo Ebrard, a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores, ante la Coalición para las Innovaciones en Preparación para la Epidemia (CEPI).

A través del Instituto Paul Scherrer, en el Sincrotrón Suizo, otros proyectos del Cinvestav; del Centro de Biotecnología Genómica y del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad del IPN; así como la Universidad Politécnica de Pachuca, serán financiados por el Gobierno de Hidalgo e impulsados con la voluntad del gobernador Omar Fayad. Seguramente contribuirán en el desarrollo de antivirales o una vacuna

Igual lo hacen científicos de otras universidades e instituciones que entienden el reto y corresponden con su talento y conocimientos.

No será fácil, sólo hay 26 enfermedades con vacuna en el mundo, pero tenemos que empujar con todas nuestras capacidades, desde todos los frentes. Hasta ahora el menor tiempo registrado para una vacuna, son cinco años, es del Ervebo para el ébola. Pero el Covid-19 aceleró la voluntad y los procesos como nunca.

Hoy México por si mismo no tiene permitido quedar atrás. Puede y debe participar en la competencia entre las grandes mentes de nuestro tiempo para corresponder a aquellos que como Edward Jenner con la viruela; Louis Pasteur con la rabia; Thomas Francis y Jonas Salk con la influenza; así como Michiaki Takahashi con la varicela; y otros grandes cazadores de microorganismos.

Quienes, con la luz de sus mentes lograron que la humanidad no fuera vencida por una enfermedad, virus o bacteria.

Los esquemas de vacunación podrían empezar a principios del próximo año, pero depende de la capacidad de producción y distribución. Y esa es la paradoja a la que nos enfrentamos, porque ninguna empresa, en ningún lugar del mundo, va a poder abastecer a toda la población en las condiciones actuales.

En México, además de los recursos necesarios, debemos aprovechar la coyuntura mundial de desarrollo científico y generar alianzas para desarrollar infraestructura y soluciones diversas en el corto, mediano y largo plazos. Es urgente ser autosuficientes en estos aspectos.

Como lo dijo Einstein y pareciera que fue ayer hay “una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”. El fin principal, vencer desde ahora, con la enseñanza del pasado, las próximas pandemias.

Brenda Valderrama es Investigadora del Instituto de Biotecnología de la UNAM

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