Las marchas del martes 8 de marzo, con motivo del Día Internacional de la Mujer , son un reflejo del hartazgo de las mexicanas por la situación de violencia de género que se vive en México.

Las calles del país se envolvieron en una marea feminista para reclamar justicia, verdad, seguridad, paz e igualdad para las mujeres. En las principales ciudades se escuchó el reclamo por aquellas que ya no están aquí, por aquellas que siguen en la lucha y porque las futuras generaciones tengan un mejor lugar, donde sus sueños y anhelos se cumplan, donde puedan salir a la calle y sentirse seguras.

Este 8 de marzo, distintas instituciones se pintaron de morado para conmemorar el día. Se hicieron compromisos para que haya más empleo, mejores servicios de salud y más seguridad. Se escuchó fuerte y claro el reclamo para que cese la violencia, pero ¿qué sigue después del 8M ?

El llamado de millones de mujeres es claro: el Estado mexicano debe mejorar las condiciones de vida para todas. No se pueden normalizar los 11 asesinatos de mujeres al día o que se presenten más de 600 denuncias por violencia de género.

Las mujeres no queremos una alberca gigante y una mansión producto de la corrupción, lo que queremos es que se mejoren los servicios de salud, destinando mayor presupuesto para que existan tratamientos y medicinas. Hoy vemos que lamentablemente han fallecido miles de mujeres por falta de una atención oportuna y por el desabasto de medicamentos.

Queremos que se cambie la política de abrazos y no balazos. La seguridad es primordial para la sociedad. Se debe atender de raíz la violencia de género , ya que ésta va en escalada. Empieza con una palabra, pasa por un empujón, sigue con un golpe, después con una violación e incluso puede terminar en un feminicidio. Esto debe atenderse sí, pero también adoptando políticas públicas que lo prevengan.

Queremos que los programas que implemente el gobierno tengan perspectiva de género para que ninguna mujer se quede atrás. No queremos dádivas, se necesita fomentar el empleo, que los salarios para las mujeres sean dignos, que exista igualdad salarial. Que haya más inversión para que también más mujeres se puedan incorporar al mercado laboral y se sientan libres.

Urge que el gobierno deje de minimizar la violencia , el rezago educativo y la pobreza. Hoy más que nunca, el compromiso debe ser claro, erradicar las prácticas discriminatorias y de desigualdad que han sumido a la mujer en una histórica desventaja. Es momento de que se apliquen los presupuestos con perspectiva de género y se fomenten programas que van encaminados al empoderamiento femenino.

Senadora de la República.

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