La guerra económica entre Estados Unidos y China que se desarrolla en los frentes comercial y tecnológico le ha traído aparentes beneficios inmediatos a México en términos de comercio e inversiones. Sin embargo, nuestro país necesita ejecutar una estrategia verdaderamente ambiciosa si desea realmente aprovechar la gran oportunidad que se le presenta.

La relación comercial entre Estados Unidos y China se incrementó exponencialmente a partir de la entrada del gigante asiático a la OMC, llegando a convertirse en el principal proveedor de bienes desplazando incluso a sus socios comerciales. Los beneficios para ambos países eran mutuos, hasta que los costos económicos y políticos empezaron a ser más visibles en la forma de pérdida de empleos, apropiación de tecnología que se interpreta como amenazas a la seguridad nacional y el escalamiento de los conflictos geopolíticos que comprometen la fluidez de las cadenas de suministro, resultado en gran parte de los planes chinos por progresar en sus capacidades industriales y escalar hacia aportar un mayor valor añadido en las cadenas de valor, muchas veces subsidiando empresas de propiedad estatal.

En menos de un año, China ha dejado de ser el principal proveedor de bienes para el mercado norteamericano. El valor de las importaciones de bienes provenientes del país asiático durante el primer semestre de 2023 equivalió a 203 mil millones de dólares, lo que representa una disminución de 25.2% respecto al valor del mismo periodo de 2022.

No es claro que México haya aprovechado este descalabro ya que las importaciones norteamericanas provenientes de nuestro país si bien equivalieron a 236 mil millones de dólares en el primer semestre de 2023, colocándolo como el principal proveedor desplazando a China hasta el tercer lugar después de Canadá, el incremento apenas significa 5.4% de lo que vendió un año antes, lo que respondería más bien a la propia inercia del comercio entre ambos países. Países como Alemania, Singapur e Italia han sido dinámicos en su actividad comercial y han tomado rebanadas del pastel que China ha perdido.

La guerra comercial entre las dos potencias mundiales que se ha conjugado con la pandemia de Covid-19 generando aumento en costos de mano de obra y de transporte en los países asiáticos que por años albergaron la producción multinacional y provocando el fenómeno conocido como nearshoring o relocalización. En el caso de nuestro país sin duda la posición geográfica y el acuerdo comercial con Norteamérica ha significado una ventaja, al menos comparativa para atraer esas inversiones, especialmente de Estados Unidos.

Según datos del Bureau of Economic Analysis de EU en 2022 México recibió 33% más inversión directa de nuestro socio comercial que China (cabe señalar que se incluyen transacciones atípicas). Para el primer trimestre de 2023 la diferencia es de 10%, no obstante, nuestro país no es el principal receptor de inversiones norteamericanas, lo superan Canadá, Singapur y Japón, amén de que China sigue siendo el principal receptor de IED del mundo con 189 mil millones de dólares en 2022, contra 86 mil que recibió Brasil y 36 mil millones de México según la UNCTAD.

Nuestro país requiere acción y no contemplación; si queremos optimizar nuestra posición, es necesario incrementar y asegurar nuevas inversiones, mejorando la capacidad de atracción. Múltiples factores son condicionantes básicos como la infraestructura, los recursos hídricos y energéticos especialmente los renovables, el estado de derecho, la seguridad, pero hay otros que no podemos dejar de lado como el desarrollo de talento humano especializado en la producción tecnológica (no debemos estar lejos de edificar una “Universidad del Nearshoring”) y así como la capacidad del tejido empresarial mexicano para sumarse en una integración sólida de las cadenas de valor.

Ser uno de los beneficiarios de la guerra comercial EU-China implica tomar ventaja estratégica de las oportunidades que se están presentando, sin que ello implique caer en conflictos innecesarios. Sin embargo, habrá que recordar la sabiduría popular: “a río revuelto, ganancia de pescadores”.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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