La revisión de la historia económica deja en claro que las crisis afectan en forma diferente a las diversas regiones y puntos en donde se han originado. Asimismo, los efectos de las crisis dejan, entre otros aspectos, una serie de oportunidades si se prevé la magnitud de los choques económicos y se profundiza en la aplicación de políticas orientadas a promover la resiliencia económica.

Aunque en México, como en el resto del mundo, enfrentamos un panorama adverso a causa de la crisis sanitaria, hoy se tienen fortalezas que no habíamos tenido en crisis anteriores. La conducción de la política monetaria y regulatoria ha tomado un rol protagónico blindando hasta cierto punto a nuestro sistema financiero.

No obstante, nuestra economía sigue sujeta a choques externos como la volatilidad de los mercados financieros internacionales. Hoy los mercados emergentes se encuentran a la expectativa sobre el impacto de la estrategia que seguirá China con Evergrande Real Estate Group, que es el segundo promotor inmobiliario en este país y se encuentra al borde de la quiebra, reavivando el temor de una nueva burbuja financiera, similar a la que desató la crisis financiera de 2008 con Lehman Brothers en Estados Unidos.

La importancia de Evergrande radica en que es una firma con más de mil 300 proyectos en más de 280 ciudades en China, cuyas operaciones se relacionan con sectores como el automotriz, turismo, salud, retail y hasta un equipo de fútbol. El temor de la quiebra de este gigante guarda una estrecha relación con una crisis de liquidez, puesto que el riesgo de impago afectaría no solo a sus tenedores de deuda e inversionistas, sino que, en medio de una crisis económica, podría desatarse una nueva crisis financiera.

La quiebra de Evergrande es un riesgo que, de materializarse, tendría implicaciones para la economía global. Por un lado, los potenciales mercados de materias primas verían fuertes afectaciones en la exportación de sus productos a China.

Por otro lado, en México el riesgo se manifestaría en el sistema financiero, ya que los activos más riesgosos empezarían a liquidarse, con lo que aumentaría el riesgo país y se traduciría en una fuga de capitales, las tasas de interés comenzarían a incrementarse y la economía en su conjunto profundizaría en su desaceleración.

El ejemplo de Evergrande en China debe ser analizado con cautela en México, pues tenemos a Petróleos Mexicanos, cuya deuda se está incrementando y, si no se actúa pronto, también será insostenible y perjudicial para las finanzas públicas del país.

Aunque la deuda financiera de Pemex asciende a más de 117 billones de dólares (10.9% como proporción del PIB), se ha puesto el empeño del gobierno mexicano por ir a su rescate, tal como podría suceder en Evergrande, por parte del gobierno chino. En ambos casos, la disminución de la deuda implica un alivio para los acreedores, pero envía la señal a los mercados de que el gobierno intervendrá en cualquier momento en una empresa, aunque no sea rentable, lo que altera los mercados financieros. Lo anterior, ya que las instituciones crediticias optarán por otorgar un crédito a aquellas empresas que cuenten con el respaldo del Estado, por encima de las que no, toda vez que disminuyan sus riesgos, aspecto que en el mediano y largo plazo dificultará el acceso al crédito, al financiamiento y a la recuperación.

Los mercados nos demuestran que no hay empresas demasiado grandes para quebrar. Sin importar el tamaño, las empresas pueden prever y minimizar sus riesgos de crédito, de liquidez y financieros antes de caer en una crisis.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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