Respecto de la inflación, los miembros de la Junta de Gobierno del Banco de México preveían desde hace varios meses un aumento significativo, específicamente en abril por un efecto aritmético, dado que el Índice Nacional de Precios al Consumidor mostró una disminución en ese mismo periodo durante 2020, aunque es importante destacar que los elementos más relevantes han sido la recomposición del gasto de los hogares, el alza de precio en alimentos y combustibles y las presiones inflacionarias externas, por los precios de commodities e insumos.

El escenario planteado se ha cumplido, quizás sobrepasado, y las expectativas para los siguientes meses aún no son claras. Será en este contexto que el próximo 13 de mayo se dará el siguiente anuncio de decisión de política monetaria por parte del Banco de México. La pregunta al respecto es ¿qué podemos esperar?

La principal herramienta de política monetaria en México ha sido la tasa de interés objetivo o tasa de fondeo interbancario a un día, que actualmente se ubica en 4.0%, un nivel que dado el nivel de inflación ha derivado en la tasa de rendimiento negativa más alta en la última década, de -2.1% al cierre de abril.

Considérese que, la tasa de interés real es la diferencia entre la tasa de interés nominal que recibe un inversionista por tener su dinero en algún instrumento financiero y la inflación. Así pues, un interés negativo implica que un inversionista recibirá una cantidad real menor a la que originalmente colocó; dicho de otra forma, el capital que obtendrá al final del periodo previsto tendría un poder adquisitivo menor.

Si se tratase de una situación que pudiera categorizarse de ordinaria, durante un periodo de inflación creciente con expectativas de persistencia, el banco central iniciaría un proceso de ascenso gradual de la tasa de interés, buscando mantener el poder adquisitivo del peso. El referente más cercano fue entre enero de 2017 y mayo de 2019, periodo en el que permanentemente se registraron tasas por arriba de 4.0%. Durante ese tiempo, se inició gradualmente el aumento de las tasas de interés, alcanzando un máximo de 8.25%, hasta que la inflación inició a disminuir en agosto de 2019, con lo que la tasa de interés también cambió hacia una trayectoria descendente.

En esta ocasión las condiciones son diferentes, por lo que consideramos que el Banco de México debe actuar con cautela y sin sobrerreacción, aunque sí con actitud de alerta. Las expectativas de Consultores Internacionales, S.C. son que al cierre del año la inflación sea del orden de 4.5%; ciertamente, aún por arriba del margen objetivo, y se espera que converja hacia la meta de 3.0% hasta el segundo trimestre del año próximo.

No parece probable que se tome la decisión de elevar la tasa objetivo, al menos en los siguientes 60 días, periodo en el que Banxico mantendrá en observación a la inflación y a sus componentes; sin embargo, posterior a ello, si persisten la presiones al alza no sería descabellado que se realicen modificaciones a la tasa de interés objetivo.

Debe reconocerse que el Banco de México se ha caracterizado por ofrecer certidumbre y claridad a los actores económicos, por lo que es improbable que permitan un largo periodo de tasas de interés negativas por ser un elemento de mayor riesgo para el país que aumente la incertidumbre, propicie la salida de capitales e incluso genere presiones cambiarias, aun cuando al mismo tiempo, al menos en la teoría, pudiera ser un buen impulso a la liquidez y al mercado.

Podemos esperar que, en cuanto lo consideren prudente, los miembros de la Junta de Gobierno anunciarán cambios en la política monetaria, específicamente una mayor rigidez para evitar distorsiones financieras. Sin duda, puede anticiparse que actuarán con prudencia, en tiempo y forma.

*Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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