Los comienzos de año no siempre son como se esperan o se pide en los deseos. Este 2022 inicia con una mayor presión inflacionaria que las observadas en el pasado y por ello esperamos que esta cuesta de enero sea la más pronunciada de los últimos 20 años. ¿Qué medidas serán suficientes para reducir sus efectos?

La cuesta de enero es un término que hace referencia a las alzas en precios al inicio de cada año, regularmente en tarifas concesionadas o impuestos autorizados por el gobierno. Adicionalmente, se hacen presentes los números rojos en las finanzas de los hogares por los gastos decembrinos. En suma, la cuesta de enero son los gastos estacionarios y el incremento en precios que a principios de año padecen las familias.

Sin embargo, es importante mencionar que enero no es el mes con la mayor alza de precios en el año, ya que en México, al menos en el promedio de los últimos 20 años, noviembre ha registrado una inflación de 0.77% mensual y enero ocupa el segundo lugar, con 0.56% en promedio.

La diferencia de este con otros años es que si enero presenta dicho crecimiento promedio, estaría registrando una inflación de 7.04% anual, es decir, respecto a enero de 2021. Por tanto, en este año se espera que la cuesta de enero sea profunda y prolongada.

Es importante señalar que el impacto de esta cuesta de enero será diferenciado, teniendo un mayor impacto en el componente no subyacente. De diciembre de 2020 a la misma fecha de 2021, según Inegi, la variación presentó un incremento de 11.74% anual, en su mayoría compuesto por el incremento en los precios de frutas y verduras, con inflación de 15.78% anual, y en energéticos, con 11.5% anual.

Geográficamente, los impactos también son diferenciados, ya que en algunas ciudades y, en beneficio de su población, los precios se lograron mantener con menos perturbaciones en localidades de Michoacán, Quintana Roo, Yucatán y San Luis Potosí. Por otro lado, las mayores alzas se ubican en ciudades del norte del país como Mexicali, en Baja California; Hermosillo y Esperanza, en Sonora, así como Culiacán, en Sinaloa.

Hasta ahora, dos factores pueden incidir para contener la inflación de corto plazo: la política monetaria restrictiva y la debilidad financiera de los hogares post diciembre. Por un lado, la tendencia alcista en la tasa de interés objetivo determinada por el Banco de México fue uno de los factores que contribuyó a poner freno a la inflación de diciembre; por el otro, una menor demanda agregada por el exceso de gasto en los hogares sería otro factor.

Además, una mayor inflación de Estados Unidos, la continuidad en las afectaciones a cadenas de proveeduría y los efectos económicos por las nuevas variantes de Covid-19 son elementos que podrían profundizar la inflación. El arranque del año es incierto aún por factores internacionales, pero también locales, entre los que se deben considerar la incertidumbre política en diversos ámbitos y, particularmente, en los energéticos.

Hoy más que nunca, hogares y empresas deben ser prudentes y llevar a cabo un consumo inteligente, en el que apegarse a la planeación de su presupuesto será indispensable. Medidas como compras consolidadas que no afecten la liquidez pueden contribuir a generar ahorros en la adquisición de productos básicos o insumos para la producción.

En suma, esta cuesta de enero será más prolongada que transitoria y, a diferencia de años pasados, el arranque del año dejará huella en la inflación de los meses posteriores. En la actualidad, bajo todos los infortunios que se han acumulado desde comienzos de 2020 y hasta la fecha, el arranque de este nuevo año carga las consecuencias de los años pasados. El despegue, hasta los primeros diez días de enero, se observa con lentitud, y no se espera que el corto plazo cambie de velocidad.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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