La recuperación económica continúa distante para México, incluso cuando en los escenarios más optimistas se observe un crecimiento económico por arriba de 3% al cierre de 2021. Es claro que, al menos en los primeros meses, la debilidad y los riesgos persisten, y como muestra basta un botón. El Indicador Oportuno de la Actividad Económica (IOAE) publicado por Inegi, estima anticipadamente una variación para Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) de -4% para febrero, mismo resultado obtenido en enero.

En esta dinámica, que el Gasto Programable del Sector Público Presupuestario en desarrollo económico haya mostrado una disminución de -1.8% real a tasa anual en enero no es una señal halagüeña para el futuro próximo.

Más aún si dentro de esta clasificación se observan contracciones en gasto público destinado a sectores como minería, manufacturas y construcción (-6.6%), transporte (-76.9%), comunicaciones (-67.2%), y ciencia y tecnología (-2.9%).

Justo este último rubro, el de la ciencia y tecnología, es el que estructuralmente resulta en impactos de mayor profundidad en el mediano y largo plazo. Para quienes colaboramos en Consultores Internacionales, S.C. es incuestionable la relación positiva entre la innovación y la tecnología con el incremento de la productividad y, derivado de ello, del crecimiento y desarrollo económico.

Pese a que el enfoque estratégico del Presupuesto de Egresos de la Federación 2021 en la materia es, en el papel, “hacia la generación de conocimiento e innovación, mediante el impulso a las humanidades, las ciencias, las tecnologías y la innovación como instrumentos para el crecimiento del país”, lo observado en los últimos años y en enero refiere una posición de política pública enfocada principalmente en otros rubros de asistencia social y objetivos de gasto público.

El gasto público destinado a la inversión en variables asociadas a la innovación, ciencia y tecnología ha sido uno de los elementos más importantes en el crecimiento y desarrollo económico de los países y regiones en el mundo, y aunque en México es innegable que se han realizado grandes esfuerzos, se trata de una de las tareas pendientes que, en afán de privilegiar necesidades de gasto en el corto plazo, se ha quedado en rezago respecto a nuestros principales socios comerciales.

Como nunca antes, las condiciones económicas, los cambios de patrones de consumo, las necesidades de las empresas, gobiernos y consumidores se han convertido en un terreno fértil, rentable, que principalmente ha sido aprovechado por las grandes empresas. Sin embargo, se requiere de grandes esfuerzos estratégicos y presupuestarios para que las pequeñas y medianas empresas se sumen a esta oleada de innovación tecnológica, no sólo a través del aprovechamiento de tecnologías disponibles, sino a fin de desarrollar nuevos productos, diseños y adaptaciones a los procesos de las diferentes cadenas de valor.

La economía mexicana, mucho más en un contexto de debilidad y en camino a la recuperación, requiere de estrategias y políticas públicas de fomento a la innovación tecnológica. Los esfuerzos en la materia deben ser holísticos y de amplio espectro. Van desde esfuerzos locales por integrar a los grupos más vulnerables, al uso y desarrollo de nuevas tecnologías, apoyo a jóvenes estudiantes, y hasta proveer a las empresas de ecosistemas adecuados de fomento a las cadenas productivas nacionales.

Es urgente potencializar la economía. Para ello, cuanto antes se inicien esfuerzos para desarrollar un ambiente adecuado para la innovación, el desarrollo tecnológico y nuevas inversiones productivas, más pronto habrá resultados positivos.

*Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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