¿Entramos en recesión técnica o temporal? ¿Creceremos a 4.0% o 5.0%? Son dilemas que poco aportan a la raíz del problema. México necesita crecer y parece ser que la solución no ha estado y tampoco estará en los planes de reactivación económica.

La estimación del crecimiento anual de 5.0% para la economía mexicana en 2022 pasó desapercibida frente al dilema de si estamos o no en recesión técnica. Si tomamos la definición popular de recesión sobre los dos trimestres negativos, sí, nuestra economía entró en recesión en el segundo semestre del año.

No obstante, una recesión debe cumplir con tres características: profundidad, duración y difusión, a la vez de analizar otros indicadores macroeconómicos, de acuerdo con la metodología del Comité del NBER (Oficina Nacional de Investigación Económica) en Estados Unidos, tales como la tasa de desempleo, el empleo formal y el ahorro interno, entre otros.

Ante ello, surgen dos reflexiones: la primera es que el Comité para el Fechado de Ciclos de la Economía de México es quien determinará si estamos o no en recesión, y la segunda y más importante, si estamos o no, ¿qué sigue, cuáles son las medidas para revertir esta condición?

Se dice que la crisis sanitaria y la llamada inflación pandémica son las causas de la falta de crecimiento, pero eso es falso. México no crece desde 2019, cuando el producto interno bruto tuvo un descenso de -0.2% respecto a 2018. En los últimos meses han disminuido las expectativas de crecimiento para 2022, y en Consultores Internacionales, S.C. creemos que, en el mejor de los casos, será de 2.8% anual, aunque cada vez está más cerca del escenario de 1.9% anual. Nuestra economía no avanza, está estancada y es un ambiente que cada vez más permea en las bajas expectativas de crecimiento de los empresarios.

Ante un contexto de incertidumbre en el ambiente de negocios, se ve complicado que el Plan de Reactivación Económica 2022 logre concretarse en la inmediatez. La Secretaría de Economía presentó un nuevo plan basado en cuatro pilares: 1) mercado interno, empleo, sectores y regiones; 2) fomento a la inversión; 3) comercio internacional, y 4) competitividad. Sin duda, suena bien, pero puede ser más de lo mismo. El problema es que, sin confianza y certidumbre, las buenas intenciones se quedan sólo en eso.

El Plan de Reactivación 2022 incluye 18 proyectos de infraestructura del Plan Oaxaca y busca fortalecer las cadenas de suministro local y regional para sectores estratégicos, además de incluir centros de innovación y desarrollo, proyectos de turismo médico y relocalización de plantas en el sur-sureste.

Se dice que la tercera es la vencida y esperemos que así sea con este renovado plan, sucesor de dos ediciones previas que anunciaron proyectos en infraestructura cuyo impacto revirtió en 2021 la caída en formación bruta de capital fijo vista desde nueve años atrás en el sector público y desde 2018 para el privado. El punto es mantener esa tendencia positiva y permearla en todos los sectores.

La confianza y la visión son lo más importante: el plan tendrá éxito en la medida en que sea holístico y con miras de largo plazo. No se trata de salir al paso; un verdadero plan de reactivación tiene que incluir un análisis profundo del contexto económico y una visión al futuro. La crisis sanitaria reconfiguró las cadenas de valor de diversos sectores y, por ende, de varias regiones económicas del país. El plan debe atender las vocaciones productivas regionales entendiendo los profundos cambios a raíz de la nueva normalidad.

El pobre rebote aritmético de 2021 merece atención y análisis. No se trata de apuntar para señalar un número de crecimiento; se trata de analizar cada sector para potenciar las oportunidades que pueden derivar de este nuevo plan y recuperar la interlocución con el gobierno y el crecimiento. Si no se trabaja con esa perspectiva, corremos el riesgo de que este plan sólo sirva para la fotografía.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C. 

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