Estamos a unas horas de la toma de posesión de Joseph Robinette Biden Jr. como el presidente No. 46 de los Estados Unidos de América , una transición que estará a la vista de todo el mundo y que, desde el primer momento, se enfrentará a una crisis heredada en materia sanitaria, humanitaria y económica, sin considerar los riesgos y las amenazas que el sector externo supone para dicho país.

Hace dos años, prácticamente todas las previsiones suponían que Donald Trump se mantendría en la Oficina Oval; nadie podría haber considerado que aparecería una pandemia y, con ello, la crisis económica mundial más profunda desde la Segunda Guerra Mundial. Quizás esta es una lección que debemos aprender en todo el mundo: en una democracia el electorado es leal a su bienestar, está siempre pendiente de los resultados de sus gobernantes.

Para México, la elección de Biden como presidente tendrá efectos directos en varios ámbitos. De entrada, se percibe como una administración con una agenda global, menos focalizada en México, al menos no para señalar a nuestro país como el culpable de las más complejas fallas estructurales de Estados Unidos, lo cual no significa que la relación bilateral no esté dentro de los puntos torales de la agenda.

En 2019, según datos del World Investment Report 2020, elaborado por Naciones Unidas, Estados Unidos invirtió en el mundo 124 mil 899 millones de dólares, de los cuales 10.3% tuvieron como destino a nuestro país.

En materia de comercio exterior, de acuerdo con el US Census Bureau, de noviembre de 2019 a noviembre de 2020, 14.9% del valor de las exportaciones y 13.9% de las importaciones de Estados Unidos se realizaron con México, lo que llevó a un déficit comercial con nuestro país de 102 mil 800 millones de dólares, sólo superado por China, que registró 283 mil 600 millones de dólares.

La agenda global del presidente Biden estará enfocada, en el corto y el mediano plazo, principalmente en la resolución de la pandemia y el tratamiento económico que requiere para ello, pero también en temas ambientales, ya que en el primer día de su administración firmará un decreto para adherirse al Acuerdo de París, que establece medidas para la reducción de gases de efecto invernadero.

Desde la perspectiva de Consultores Internacionales, S.C., esto podría implicar ser un buen impulso para la economía estadounidense, en tanto que se generarán los incentivos adecuados para reiniciar la apertura de empresas y negocios, y plantear una serie de incentivos y certidumbre de mediano y largo plazo para invertir en tecnologías sustentables y proyectos productivos verdes.

Lo anterior, dada la estrecha relación económica con México, podría significar también un impulso para la recuperación, aunque no será sencillo: requerirá de una adaptación, o mejor dicho, de un cambio de paradigma, una transición rápida y ordenada al uso de energías renovables, y apego a los compromisos pactados en el Acuerdo de Paris, o a las posibles consecuencias.

Vienen cambios positivos en materia de migración, lo que dará certeza a varios millones de connacionales trabajando y radicando en Estados Unidos; habrá que estar pendientes desde las primeras horas sobre este tema.

Seguramente, en esta administración, veremos una relación mucho más apegada al diálogo, a la diplomacia y al respeto mutuo, con menos sobresaltos, sin actitudes pueriles e impredecibles, pero demandará talento, capacidad de negociación, presencia e inteligencia política y económica por parte de quienes integren la primera línea mexicana.

 
*Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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