La pandemia mundial causada por el virus SARS-CoV-2, ha generado efectos de diferentes magnitudes en prácticamente todas las latitudes del mundo. A varias semanas de iniciar, sigue siendo muy complejo tener claridad de los efectos sanitarios, humanitarios y económicos que observaremos al cierre del año. Cierto es que hay una buena cantidad de estimaciones, sin embargo, la mayoría son disímiles y esto seguramente irá convergiendo con el paso de las semanas.

En todo América Latina la situación ha sido similar. Hace unos días, quienes integramos la alianza LAECO, un grupo de consultorías en 12 países de la región, nos reunimos para evaluar la manera en que los diferentes gobiernos están abordando la crisis, en términos de política fiscal, monetaria y de apoyos a la sociedad.

Hemos preparado un documento que estará disponible en la página electrónica de Consultores Internacionales y a través de nuestras redes sociales en el que se presenta una reflexión sobre las herramientas de las que disponen y la óptica de los países de la región para abordar esta crisis.

A la fecha, los contagios, las defunciones y las medidas cautelares, todas han sido diferentes en cada país, no sólo por el enfoque metodológico con el que se realizan los reportes, sino porque cada país tiene una interacción única con el resto de mundo, principalmente Europa, Asia y Estados Unidos, los puntos focales de la pandemia, al menos hasta el momento. Prácticamente, todos los países de la región, con independencia de su situación económica persistente al momento de presentarse la pandemia, han establecido medidas para mantener la liquidez en sus mercados, apoyar a las empresas a mantener operaciones, preservar los empleos y cumplir con sus obligaciones de corto plazo. Por supuesto, se observa en toda la región, medidas de atención a grupos vulnerables, desde los evidentemente necesarios gastos en salud, hasta transferencias a jóvenes, adultos mayores, mujeres jefas de familia, entre varios más.

En cuanto a política monetaria se refiere, las medidas han sido diferentes, de acuerdo con el andamiaje institucional de cada país los bancos centrales tienen diferentes posibilidades y objetivos. Algunas de estas medidas incluyen la compra de bonos para mantener liquidez en los bancos, aumentar los plazos máximos de operaciones, disminuciones de las tasas de interés de referencia, dilación en el pago de los bonos soberanos, uso de encaje legal, entre otras medidas. En algunos países, los gobiernos y los bancos centrales han hecho movimientos para garantizar liquidez a los bancos e incluso han dado incentivos para que otorguen créditos a las empresas, mediante diferentes mecanismos, principalmente garantías.

Lo más relevante ha sido el uso de la política fiscal y los manejos de las diferentes herramientas posibles para atender la coyuntura. En toda la región, incluso en aquellas economías con fuertes presiones económicas preexistentes, ha sido un mecanismo recurrente para apoyar a las empresas. Por ejemplo, en Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela, se aprobaron dilaciones en el pago de algunos impuestos, principalmente a la renta o a utilidades y al valor agregado. En el caso de Brasil, con el objetivo de ofrecer certidumbre a los mercados, se ampliaron las metas de responsabilidad fiscal y se destinó un presupuesto paralelo para atender la contingencia. En Argentina, se ofrecen créditos al capital de trabajo, otorgados directamente por el gobierno. Se podría decir que, de manera generalizada, en todos los países de la región ha habido programas para la protección del empleo y la garantía de los ingresos de las familias.

Con independencia de su posición política e ideológica, América Latina está ofreciendo a su sector empresarial y a aquellos que deseen invertir en la región las mejores condiciones, de acuerdo con sus posibilidades, para solventar esta crisis incluso cuando queda claro que habrá costos y grandes retos futuros para las finanzas públicas de los países.

En el caso de México vamos tarde y aún queda mucho por hacer. Es muy importante que se den mensajes de certeza, que el gobierno recapacite y ofrezca claridad a los empresarios, sobre todo de micro, pequeñas y medianas empresas que ante la crisis se ven forzados a cerrar y desplazar miles de empleos. El gobierno, como rector de la política económica del país, debe implementar medidas anticíclicas que apoyen al sector social, pero también a preservar el empleo y la solvencia de las empresas. Tenemos mucho por aprender, México requiere una visión global, una atención de amplio espectro de esta crisis o los resultados serán inmensurables.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C. 

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