La elección presidencial argentina estará dominada por el voto retrospectivo. Es decir, un voto que se construye desde la evaluación de la experiencia pasada, y que apuesta a reforzar o a rechazar ciertas políticas públicas. ¿Nos arriesgamos a repetir errores del gobierno de Cristina Kirchner o a repetir errores del gobierno de Mauricio Macri? Parece ser el dilema de los electores.

Si la realidad política admite el razonamiento por inducción y no ocurre ningún hecho extraordinario, el triunfo en primera vuelta de la fórmula Fernández-Fernández (Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner) parece inminente. El contundente triunfo peronista en las PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) por más de 15 puntos sobre la fórmula oficialista, hace previsible (si es que en Argentina este término puede aplicarse) un regreso del peronismo al gobierno nacional.

Entonces comenzarán a develarse las principales interrogantes de la época que viene: ¿Se insistirá en una concepción plebiscitaria de democracia en la que lo que cuenta es el voto mayoritario de los ciudadanos, menospreciando los controles de la justicia y rechazando los de la prensa sobre los actos de gobierno? ¿Se desacreditará toda oposición como forma de disminuir la competencia política?

Si por el contrario, los ciudadanos de Argentina dan una sorpresa reeligiendo al presidente Macri, las cuestiones puestas por la ciudadanía girarán en torno a su política social, en cómo lograr estabilizar la economía sin costos sociales sobre los sectores medios y de escasos recursos, en cómo disminuir el desempleo, en cómo reactivar el aparato productivo.

Así, los electores estarán frente al fracaso económico del presente gobierno vs la omisión de controles que abrieron paso a la corrupción y a prácticas amenazantes al pluralismo y a la tolerancia política de los gobiernos Kirchner. Dilemas de ciudadanía social vs dilemas de ciudadanía política y civil surgen ante el triunfo de alguna de las fórmulas.

Según cifras del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA), principal referente de medición hasta 2015, debido a la distorsión de las estadísticas oficiales de entonces, la pobreza en Argentina alcanzó durante el gobierno de Cristina Kirchner 29%, y creció durante el gobierno de Macri en cinco puntos con tendencia a pasar los siete puntos (37%) al finalizar el año.

Por otra parte, hay en la justicia argentina más de 100 procesamientos a exfuncionarios del gobierno de Cristina Kirchner, entre los que se cuentan la propia expresidenta; su vicepresidente Amado Boudou, condenado a prisión; la exsecretaria de Economía, Felisa Miceli; el otrora poderoso ministro de Planeación Julio de Vido; el exsecretario de Obras Públicas, José Lopez, y el exsecretario de Transporte, Ricardo Raúl Jaime, para citar los más resonantes casos.

Además de la seguridad, sin duda, el crecimiento de la pobreza y la corrupción son temas que importan en Argentina, e implican a dos contingentes de ciudadanos de gran magnitud que ponen pasión en las opciones en juego. ¿Podrá Alberto Fernández construir un gobierno honesto, sensible socialmente y con racionalidad económica de mediano y largo plazo? ¿Cuánto será su margen de acción ante el corset de los grupos kirchneristas, celosos ocupantes de posiciones estratégicas para controlar el poder del presidente? ¿Querrá y sabrá cómo tener autonomía para moderar posiciones radicales que eviten un camino sin retorno?

El voto retrospectivo da lugar a dos apuestas sobre el futuro (los politólogos hablan de voto prospectivo). Las democracias son hoy necesariamente liberales y sociales; es decir, postulan libertades e igualdades. Los electores argentinos estarán, desde distintos ángulos, construyendo una vez más, la esperanza de una democracia completa.

Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Florencia

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