Al parecer la fortuna, piedra preciosa de la política, juega malas pasadas a Donald Trump. Para el gran observador florentino Niccolò Machiavelli, la fortuna no es la suerte, sino la “mala suerte”. El príncipe que se enferma antes de asumir el trono, y en ese tiempo es sucedido por otro, es obra de la fortuna. La fortuna quiso que la economía americana, eje inicial de la campaña de Trump, se derrumbara con la pandemia; que la reacción tardía e ineficaz en política sanitaria, hecha con el fin de evitar la caída económica, terminara exactamente en lo contrario: retrasando y hundiendo más la economía; y que su posición negacionista frente al asesinato de George Floyd, intentando disciplinar la población, terminara en lo inverso; en la mayor movilización popular de los últimos tiempos contra el racismo. Ante estas trampas de la fortuna, cabe preguntarse si la reciente visita de Andrés Manuel López Obrador a Estados Unido, trajo los beneficios políticos al presidente estadounidense, esperados por los estrategas de la Casa Blanca. Veamos el contexto.

Hoy parece poco probable que Estados Unidos tenga una recuperación económica en los cuatro meses que quedan para las elecciones presidenciales, y Donald Trump sigue hundiéndose en las encuestas. Todos los sondeos ubican al ex vicepresidente Joe Biden primero en las preferencias electorales, con diferencias que llegan, como el realizado por la Universidad Quinnipiac (Connecticut), a los 15 puntos. Las encuestas no deben confundirse con los resultados electorales, y Trump puede encontrar una salida, pero la brecha se está volviendo un abismo y hay pánico en la Casa Blanca. Una muestra de ello fue la reciente remoción por parte del presidente, de Brad Parscale, el estratega de la victoria electoral de 2016. En medio de este escenario de derrumbe de la imagen de Trump, el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió visitarlo en la Casa Blanca, ¿Cuáles fueron las motivaciones, cuáles las consecuencias?

El viaje del presidente AMLO a Estados Unidos generó, como era de esperar, controversia. Las razones oficiales tenían que ver con la puesta en acto del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) el 1 de julio. Entre las razones de fondo están en primer lugar, las de carácter económico: activar de modo rápido los vínculos con empresarios de ambos lados de la frontera, a fin de generar un buen ambiente económico para atraer o ampliar inversiones en México o exportaciones a Estados Unidos. La crisis post pandemia acelera las acciones. Se trata por otra parte de ocupar en todo lo posible los espacios económicos (actuales y potenciales) que quedan vacíos en la guerra comercial entre Usa y China. No fue casual la mención de AMLO sobre la pérdida de peso global que América del Norte ha tenido en las ultimas décadas (desde 1970) cayendo del 40.4 al 27.8% del PBI mundial. Apuntar a la recuperación de esa proporción de producción perdida, puede intentarse reforzando la cooperación económica entre estos países.

En segundo lugar, hubo razones políticas y simbólicas. AMLO aprovechó para reivindicar a los migrantes mexicanos, y además agradeció a Trump por el respetuoso trato. En política decir que las cosas son de tal modo, puede hacer que lo sean realmente. El presidente estadounidense devolvió los halagos y, en la cena con empresarios, calificó a AMLO como el mejor presidente de México. Un detalle de interés: fue una visita breve y en un solo sentido, pues AMLO no invitó a Trump a visitar México, arguyendo el inicio de la campaña electoral. ¿Cuáles serán los efectos de tal encuentro? Una primera advertencia es que no creo que haya implicado cambios significativos en la orientación electoral. Aspectos como la gestión de la pandemia y la crisis económica parecen ser los ejes que guían a los electorados, y la fuerte polarización política tiene un efecto de congelamiento de las preferencias. Son las poblaciones de “fieles” que, aunque numerosos, no alcanzan para darle el triunfo.

Una primera hipótesis es que la visita de AMLO fue una utilización de Trump que atraerá votos de la población mexicana. Así lo entendió el Partido Demócrata e intentó primero evitarla y después criticó a AMLO, pero ¿tendrá ese efecto? ¿Bastará una visita de índole económica para cambiar el voto de millones de mexicanos? ¿Una visita en la que el mandatario latinoamericano, no obstante la retórica educada, contradijo absolutamente las afirmaciones que Trump ha hecho sobre los migrantes en estos años? La encuesta de NBC/WSJ del pasado 15 de julio no muestra ese efecto. Por el contrario, entre los latinos la diferencia a favor de Biden es de 67 a 22 puntos.

Una segunda hipótesis es que las consecuencias de la visita terminaron siendo las opuestas a las esperadas por el equipo de Trump: el presidente AMLO con su cordialidad produjo (quizás de modo involuntario) lo que en política se conoce como el “abrazo del oso”: abrazas a alguien públicamente y esto produce que sus seguidores se decepcionen y le quiten apoyo. Gran parte del voto de Trump está, como se sabe, compuesto por quienes atribuyen a los migrantes la causa de sus problemas económicos y de la inseguridad. Que AMLO haya dado un discurso público en defensa de los mexicanos y de la migración y a favor de los derechos humanos; y que Trump haya consentido y aplaudido, pudo decepcionar a muchos de sus electores, ocasionándole más costos políticos que beneficios.

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