Una vieja cuestión en las ciencias sociales es si hay aprendizaje en las entidades colectivas. ¿Un país puede aprender lecciones del pasado? Una organización ¿puede actuar racionalmente en interés del conjunto aunque afecte intereses de los componentes individuales? La pandemia Covid 19, traducida en una impactante crisis económica, puso el interrrogante de si Europa repetiría las discutibles medidas que utilizó en 2008 o si, por el contrario, modificaría la estrategia. En el 2008, el acento estuvo puesto en la estabilidad financiera y la población entendió que los gobiernos estaban más preocupados por proteger a los bancos, que por el desempleo creciente de los ciudadanos. El resultado político fue el auge de los neopopulismos excluyentes en Estados Unidos, Francia e Italia y de los incluyentes en Grecia y España. ¿Se corregirían los errores? Estos cuatro dias de debates, hicieron temer que el desenlace terminara con una Unión Europea fracturada. No ocurrió, y los 27 paises integrantes lograron encontrar una vía que fortalece a la región en tres aspectos: el avance hacia la formación de un Estado europeo, medidas de reafirmación democrática y estrategias anticrisis económica.

Sobre lo primero, hay un avance hacia la estatalidad de la UE. El inédito acuerdo actual ha sido comparado con la gestión de Alexander Hamilton en Estados Unidos, cuando centralizó los recursos económicos y pudo desde un Banco Nacional, recolectar y redistribuir recursos sobre los estados miembros. Angela Merkel y Emmanuel Macron se han convertido en los Hamilton de Europa, apostando por la centralización en el ejecutivo (la Comisión europea) de un gigantesto presupuesto para redistribuir entre los países miembros afectados. La Comisión ha tenido tradicionalmente un presupuesto exiguo, y ahora se plantea recolectar impuestos, administrar los 750 mil millones de euros y supervisar la marcha económica y política de los paises miembros.

Respecto de lo segundo (la identidad democrática). El Covid 19 y la crisis económica han generado enormes costos en términos humanos y de crisis económica, y ante la polarización creciente se teme un nuevo avance de los populismos de derecha, como lo muestran los casos de Hungría y Polonia, con procesos de contrucción de órdenes iliberales. Por otra parte, hay enemigos externos como China y Rusia, con campañas activas a favor de la seguridad por sobre las libertades. Esta propaganda iliberal, usada con vigor durante momentos críticos de la pandemia, hizo crecer la simpatía de la población europea por paises autoritarios como China. El acuerdo alcanzado de otorgar subsidios a fondo perdido y prestamos, estará condicionado al respeto por las normas liberal democráticas, aclarando que el liberalismo en Europa precede a la democracia, y sin pluralismo y respeto por las libertades, no hay democracia. Curiosamente Viktor Orban no puso objeciones a la propuesta de vincular ambos factores.

Respecto de lo tercero (afrontar la crisis económica), despues de cuatro días de debates intensos, la Unión Europea ha apostado por la coordinación de esfuerzos para reactivar la economía. La Comisión Europea contará con 750 mil millones de euros, de los cuales 390 mil millones se emplearán en susbsidios a fondo perdido y el resto en préstamos. Italia, el país más afectado por la pandemia, por ejemplo, recibirá 290 mil millones entre subsidios y préstamos, que según el Primer ministro Conte empleará en una política “verde, digital, para infraestructura e investigación”. La Unión Europea ha reaccionado a tiempo, y sin esperar, como en otras epocas, actuar en consonancia política con Estados Unidos. ¿Hay aprendizaje en el resto de Occidente?

En América del Norte, se acaba de dar el puntapie inicial para la puesta en marcha del nuevo T-MEC (Tratado México, Estados Unidos y Canadá). La reciente visita de AMLO a Estados Unidos, más que un regalo a la campaña de Trump, ha sido un recordatorio del rol económico de México en la región, con un México dispuesto a ocupar los espacios, que la guerra comercial Estados Unidos-China, puede dejar vacíos. Sobre la democracia y los valores asociados de antirracismo, igualdad y tolerancia, en noviembre, los resultados presidenciales en Estados Unidos marcarán el horizonte.

En Sudamérica, el fortalecimiento regional debería ser una proridad no ideológica-partidaria, como ocurre en las dos regiones mencionadas, sino de política de Estado (de derecho). La importancia de los valores liberal-democráticos, aun es discutida. La crisis económica que ya asoma debería permitir una estrategia coordinada para construir una agenda con menos pobreza y más ciudadanía.

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