Tres crisis profundizan la angustia de hoy. En primer lugar, la crisis económica de 2008 que implicó efectos sobre la inestabilidad financiera, la baja productividad, el desempleo y la pobreza. En segundo lugar, la crisis sanitaria del Covid 19 de 2020, que agravó el deterioro en los aspectos económico y social mencionados, y que puso al desnudo la precariedad de los sistemas de salud en nuestros países de América Latina, así como los riesgos para la democracia cuando quedan supeditadas a poderes especiales de los ejecutivos, como ocurrió en Hungría y El Salvador, con la concentración de poder de Viktor Orban y Nayib Bukele. Y en tercer lugar, la actual crisis política provocada por la invasión de Rusia a Ucrania, que produce muertes y la diáspora del pueblo ucraniano en Europa y América, emergencia alimentaria, y que ha hecho emerger el fantasma de una tercera guerra mundial. Cada nueva crisis se concatena con la anterior profundizando sus efectos. Ya ocurrió con la pandemia española que se agravó durante la primera guerra mundial.

El mundo ya no será el mismo para quienes crecen en esta epoca. Afrontamos una crisis multidimensional que triza las bases de la seguridad existencial de las nuevas generaciones. Un empleo digno (con estabilidad, buena remuneración y derechos sociales), que hace unas pocas décadas era una pretensión razonable de cualquier joven, hoy es una realidad que alcanza a muy pocos; la salud, que parecía un factor crecientemente controlado con los avances científicos, resultó ser un bien vulnerable no sólo para un grupo ni para ciertas personas, sino para la especie humana; el peligro de una guerra global hoy no es resultado de una especulación filosófica abstracta, sino de hechos y amenazas concretos que persistirán de ahora en mas.

El empleo, la paz y la salud, los cimientos para construir el futuro y la estabilidad psicológica, se han convertido en fenómenos inciertos, fuera de nuestro alcance, incontrolables para la gran mayoría sino para todos. Se trata de cambios drásticos y profundos que afectarán el modo de vivir y de afrontar el futuro. ¿Qué lecciones extraer de estas crisis, en particular de las dos ultimas que llenan de angustia a las poblaciones del mundo?

En mi opinión, al menos dos enseñanzas emergen de estos infortunios colectivos. La primera es que sin democracia, sobre todo en países políticamente poderosos, el mundo será mas inseguro todavía. Sólo construyendo mas y mejor democracia podremos avanzar razonablemente en la construcción de un horizonte para todos. Y ello es así porque la razón de ser de la democracia no es sólo el ejercicio de la ciudadanía política, sino fundamentalmente la creación de un espacio de consenso y de seguridad en la convivencia humana.

Así, la epidemia del Covid 19 se convirtió en pandemia mundial en gran medida por el ocultamiento de información que hizo el gobierno chino, un orden autoritario que en la pandemia reforzó su dimensión totalitaria. En un país democratico semejante ocultamiento de casi tres meses hubiera sido no sólo dificil, sino improbable. Por otro lado, la invasión a Ucrania proviene de un pais autoritario. En ambos países (China y Rusia), la oposición es censurada, el debate público prohibido y las protestas se pagan con cárcel o con la propia vida.

Al respecto es impòrtante volver a Immanuel Kant, el filósofo de Königsberg, y su escrito “hacia la paz perpetua” donde observaba que sólo podía asegurarse la paz en el mundo si los paises eran democráticos y regidos por el estado de derecho. En particular en el art. 5 preliminar, donde Kant afirma que “ningun Estado debe inmiscuirse por la fuerza en la constitución y el gobierno de otro”. Los riesgos y la angustia actual persistirán mientras haya potencias autoritarias que disputan poder en un sistema que agrega incertidumbre como el actual orden multilateral.

La segunda lección, en parte corolario de la anterior, es la confirmación (despues de treinta años de disuelta la Unión Soviética) sobre la división que realmente importa. No es más la distinción entre paises con regímenes de izquierda o regímenes de derecha, sino la de países con regímenes democráticos y paises con regímenes autoritarios. Y dentro de los primeros, paises con mejor o con peor democracia. La crisis política actual pone de manifiesto como nunca antes, que la simpatía de políticos como Marie Le Pen, Cristina Fernández de Kirchner o Matteo Salvini, por el dictador Putin, es resultado de una filiación política más amplia. También que las orientaciones (y los valores en juego) de los lideres y los gobiernos hacia fuera del país tienen implicancias sobre las orientaciones y valores hacia adentro. Política interna y política externa son, en tal sentido, inescindibles.

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