Hace algunos cuantos años, cuando Rosario Robles era la encargada de los programas sociales del gobierno de su jefe y amigo Enrique Peña Nieto, nos reunimos en el periódico en el que yo trabajaba en ese entonces. Hablamos de la pobreza, de la miseria, de aquella “cruzada contra el hambre” que planearon ella y el entonces Presidente. Rosario me compartió en ese momento —algún mes del 2015— una gráfica que era elocuente y que sigue siendo demoledora: desde los años ochenta y hasta ese momento (31 años) la reducción de la pobreza había sido… de 1.7 puntos porcentuales.

Nada. Un fracaso.

En 1984, con Miguel de la Madrid, la pobreza patrimonial (la pobreza a secas, pues), afectaba al 53% de los mexicanos. La pobreza alimentaria (la miseria) golpeaba al 22.5% de la gente.
 
Con Carlos Salinas de Gortari no hubo cambio significativo: entregó el poder con el 52.4% de los mexicanos en pobreza (una reducción de apenas seis décimas), y el 21.2% en estado paupérrimo (una disminución de 1.3 puntos porcentuales).

Ernesto Zedillo fue un desastre. Para mí, él ha sido el presidente más torpe y rencoroso que ha tenido México en 50 años. Él y los suyos alegaban que Salinas había dejado la economía prendida de alfileres, y los demás les espetábamos que entonces por qué demonios habían quitado las tachuelas de la pared. Con este individuo la pobreza creció… hasta el ¡69%!, aunque la entregó en 53.6%. Es decir, que su crisis al final costó un aumento en la pobreza de poco más de un punto porcentual (1.2). La miseria, que llegó a crecer hasta 37.4% en su eficiente gestión, acabó en 24.1%, esto es, casi tres puntos porcentuales de aumento (2.9).

Vicente Fox entregó la pobreza con una reducción considerable (hay sospechosistas que afirman que alteró datos y cifras): la dejó en 42.7%, una disminución de casi once puntos porcentuales (10.9). La miseria bajó a 13.8%, más de diez puntos porcentuales (10.3).

A Felipe Calderón, el mismísimo que todo lo que toca lo violenta, lo tenemos que medir con otra vara de 2008 en adelante, porque desde ese año se usa una nueva medición. En ese año, México tenía 44.4% de la población en pobreza y al salir Calderón estaba en 45.5%, un aumento poco más de un punto porcentual (1.1). Si lo medimos desde 2006, el crecimiento es de casi tres puntos (2.8). La pobreza extrema estaba en 11% (2008) y bajó a 9.8 (2012), pero la carencia por acceso a la alimentación (tener lo mínimo para comer) creció de 21.7% a 23.3%.

Enrique Peña Nieto dejó Los Pinos con México en 41.9% de pobreza, una baja de 3.6 puntos porcentuales. La pobreza extrema descendió a 7.4%, un descenso de 2.4 puntos porcentuales. La carencia alimenticia la dejó en 20.4%, una baja de casi tres puntos porcentuales (2.9).

Ahora, el jueves pasado nos ha informado el Coneval que, hasta 2020, el México de Andrés Manuel López Obrador tiene 43.9% de pobreza, un crecimiento de dos puntos en tan solo dos años. La pobreza extrema está en 8.5%, un aumento de poco más de un punto porcentual (1.1). La carencia por acceso a la alimentación está en 22.5%, un alza de poco más de dos puntos porcentuales (2.1).

Dirán en Fifilandia que es culpa de las malas decisiones de López Obrador, y eso es una temeridad, por no decir que se trata de una falacia, porque, como todo el mundo, México vivió la más severa crisis económica en 91 años, así que por ahora no hay métricas adecuadas para culparlo.

Por eso la pregunta que le hago, lectora-lector: ¿también él, como sus antecesores, al final de su gestión fracasará en desarrollar al país a través de una disminución robusta de la pobreza y la miseria y el abatimiento de la desigualdad? Es posible, porque hasta ahora tampoco existe un solo dato duro que demuestre que sus ayudas sociales funcionaron mejor que en tiempos priistas y panistas, cuando se trataba de evitar que nuestro país padeciera severas hambrunas en sus zonas más miserables (por eso aquella cruzada contra el hambre de Peña Nieto).

BAJO FONDO

El problema es del Estado mexicano: de aquel año 84 que refería al principio de esta columna, a hoy, 36 años después (¡36!), México apenas ha disminuido nueve puntos porcentuales la pobreza. En seis sexenios (sin contar los primeros dos años de AMLO) bajó la pobreza a un ritmo infame: 1.51 puntos por sexenio. Todos los presidentes priistas y panistas fueron, en conjunto, un rotundo fracaso para combatir la pobreza y la miseria. Ojalá no se les una López Obrador, pero veo difícil que se salve… 

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