Imagine usted que el tiempo se adelantara siete semanas y media, 52 días. Imagine que vivimos el miércoles 5 de agosto, y que usted está oyendo la conferencia de las siete de la tarde. Imagine que son las 19:05 y que, como cada jornada, el doctor José Luis Alomía Zegarra, Director General de Epidemiología, llega al momento más funesto del día: dar el conteo de muertos.

—Desgraciadamente, el total de defunciones hasta este 5 de agosto es de (hace una pausa)… 75,516 personas.

Usted, muy despacio, para asimilar lo que ha escuchado y luego leído en una gráfica, repite mentalmente la espeluznante cifra: “Setenta… Y cinco mil… Quinientos… Dieciséis…”

75 mil 516 muertos por SARS-Cov-2 en un lapso de 159 días, poco más de cinco meses, a partir del primer contagio, el 27 de febrero. Un promedio de 474 personas muertas por día, 19 por hora. Letalidad: 12%, el doble del promedio mundial.

75 mil 516 muertos. No, no es fantasía. Es la más dura estimación, sustentada en datos oficiales y en el comportamiento local de la pandemia, qu e hace para México, para el próximo 4 de agosto, el Instituto de Medición y Evaluación de la Salud (IHME, por sus siglas en inglés), de la Universidad de Washington, en Estados Unidos. Ese es el peor de tres escenarios proyectados para nuestro país por los técnicos del IHME, que hacen el mismo trabajo prospectivo para la mayoría de los países afectados por el virus.

Ojalá que no ocurra, porque cada cifra es una dolorosísima historia de vida truncada, pero, si se cumple esa estimación, el 5 de agosto por la tarde, ¿quién se va a hacer cargo de esos 75 mil 516 mexicanos fallecidos por Covid-19?

¿Quién se hará cargo de que México ocupe el tercer lugar en muertos, solo superado por Estados Unidos y Brasil?

¿Quién?

¿El doctor Hugo López-Gatell, mariscal de la estrategia para enfrentar la pandemia?

¿Él, que se equivocó al dar por terminada la Jornada de Sana Distancia el 30 de mayo pasado, justo cuando la peor aceleración de contagios empezaba? ¿Por qué hizo tal cosa? ¿Qué ganó? Con su formación médica y científica, ¿cómo fue que tomó esa decisión? ¿Por qué no amplió la “jornada” un mes más? Eso era lo prudente, lo sensato. En España el Presidente de Gobierno pidió al Congreso varias ampliaciones del periodo de distanciamiento social. ¿Por qué el doctor mexicano hizo lo contrario?

¿O fue orden del Presidente? ¿Fue él quien lo obligó a concluir el confinamiento para dar banderazos a sus obras más criticadas? ¿Para qué poner un Semáforo Rojo que implica “máximo riesgo de contagio” si en los hechos el Presidente sale de gira y millones de mexicanos ya lo emulan, abarrotan las calles y los transportes, muchos de ellos sin la menor medida de prevención, sin distancia, sin tapabocas?

López Obrador ahora anima a la gente a perder el miedo y salir a la calle, como si esto fuera cosa de valientes, asunto de tener desplantes machos en este país violento y misógino. ¿Por qué López-Gatell no fue congruente con sus principios y valores médicos al escuchar semejante despropósito y renunció? ¿Por qué avaló y avala esas decisiones (fin del distanciamiento social, más giras) y consiente fraseos que van a provocar más contagios?

¿Él se va a hacer responsable de los 75,516 muertos al 4 de agosto? Asumo que el doctor HLG ya leyó el documento (https://covid19.healthdata.org/mexico) y está enterado que el IHME, trágicamente, ya ha quedado corto en sus proyecciones moderada e intermedia, y todo se perfila para que se cumpla su escenario más catastrófico: por ejemplo, para junio 12, para ayer, había proyectado 15,104 muertos, con un máximo de 15,601, y resulta que van… 16,448 fallecidos.

¿Quién se va a hacer cargos de los muertos al 4 de agosto?

¿Quién?

jp.becerra.acosta.m@gmail.com
Twitter: @jpbecerraacosta

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