Antes de que algunos se pongan furibundos y arremetan a punta de tuitazos, lo de covidiotas no es insulto, es retrato hablado: “Una persona que actúa como un irresponsable idiota durante la pandemia de Covid-19, ignorando el sentido común, la decencia, la ciencia y las advertencias profesionales, provocando una mayor propagación del virus y la muerte innecesaria de personas”, define el diccionario urbano.

Hoy, cuando estamos en emergencia en el Valle de México, cuando crecen sin parar contagios y muertes, cuando muchos hospitales Covid están saturados; cuando los médicos y enfermeras están exhaustos; cuando muchos de esos trabajadores sufren el síndrome de burnout , “ese estado de agotamiento mental, emocional y físico que se presenta como resultado de exigencias agobiantes, estrés crónico e insatisfacción laboral ”, tal como lo definen ellos mismos, los doctores; en estas horas oscuras, cuando tendría que haber más sentido común, es cuando los covidiotas han salido en marabunta por todos lados, como si alguien les hubiera instado: “Eh, vengan, no importa el color del semáforo, es intrascendente, salgan todos a pasear , a fiestas , a reuniones con amigotes, a comidas, a comprar de forma compulsiva, bésense y abrácense porque la pandemia está domada y vamos muy bien, y el cubrebocas no es indispensable”.

¿Alguien ha dicho tales barbaridades? Bueno, hemos visto imágenes de bailongos y conciertos en numerosos municipios, de peregrinaciones y fiestas religiosas en muchos poblados, de calles atestadas en el Centro de Ciudad de México y en muchas colonias populares; hemos visto mercados y tianguis abarrotados, changarros, bares y fondas repletas de comensales, como si estuviéramos en diciembre de 2019; hemos visto playas populares casi saturadas; hemos visto aficionados de fútbol hacer caso omiso de las peticiones de sus clubes (y espérense al domingo cuando haya campeón); hemos escuchado todos los días frases covidiotas, algunas con tufos religiosos, como si esta voraz pandemia se resolviera con la fe (“Todos nos vamos a morir”; “Me muero cuando Dios quiera”; “Ya estará de Dios”; “La manda es la manda”; “Es más grande la devoción que la enfermedad”; “De algo nos tenemos que morir”; “Yo no creo en Covid, creo en la Virgen”), y entonces, ante esas imágenes y frases, a muchos les dio en las redes sociales por afirmar que la gente más modesta es la más covidiota , pero no es así: los covidiotas también son fifís.

Hemos visto las imágenes de las fiestas de Ricardo Salinas Pliego , de familiares de Claudio X . González , de tremendas bodas y reventones de gente de dinero, de mucho dinero en el norte del país y en Acapulco y la Riviera Maya, festines donde todo mundo anda sin cubrebocas , bailando y cantando sin sana distancia, como si el dinero proveyera shots de inmunidad contra el SARS-Cov-2 , y ya vimos luego los cientos de contagios que provocaron.

Este viernes fui a reportear a Vía Santa Fe y luego a Plaza Artz Pedregal , esos lugares donde están varias de las tiendas más caras del país, para constatar lo que ya sabía: que la covidiotez no solo va en Metro, microbús, metrobús, taxi o colectivo, sino que también viaja en Porsche, Mercedes, BMW y Volvo; también anda en camioneta blindada y ocupa guaruras.

Ahí, en Artz estaban, una dos, tres, cuatro personas haciendo shopping hasta con sus perros, sí, con sus perros, con bebés, abuelas, amigos, hijos, algunas comiendo helados sin resquemor, mientras veían en sus móviles a sus amistades que recién habían posteado fotos esquiando en nieve… en Breckenridge , ¡en Estados Unidos!, en el epicentro del bicho desde hace meses.

Los covidiotas también son fifí… y no hay vacuna
Los covidiotas también son fifí… y no hay vacuna

Esta semana entrevisté para EL UNIVERSAL al investigador de la UNAM, Héctor Hernández Bringas (https://bit.ly/2IFGeu2), y cuando le expuse todo esto, me dijo: “Hay un tema cultural. Hay un sentido de inmortalidad en muchos mexicanos, por decirlo de alguna manera, y sobre todo de irresponsabilidad social que va a provocar que esto se complique. Cada día de la pandemia, es el peor día de la pandemia”.

Pues eso. Todos deberían entender que no, que aún no hay vacuna disponible, y que si bien nos va, en abril apenas empezarán a vacunar a los que tienen entre 50 y 59 años, así que es fundamental que no conviertan los hospitales, este diciembre y enero, en un gigantesco camposanto de gente intubada…

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