Pírrica, pero hay una buena noticia en el parte de guerra de la inseguridad: de acuerdo a las cifras preliminares del INEGI, dadas a conocer el miércoles pasado (https://bit.ly/3i5PSlt), en 2019, primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, por fin descendieron los homicidios en el país: se registraron 36 mil 476, contra los 36 mil 685 que se contabilizaron en 2018, último año de Enrique Peña Nieto.

Son apenas 209 asesinatos menos, pero es el primer descenso desde 2014, cuando hubo 20 mil 10 homicidios, contra los 23 mil 063 registrados en 2013, durante el primer año del gobierno de Enrique Peña Nieto, que fue bastante sangriento (Chihuahua, Guerrero, Estado de México, Sinaloa y Michoacán). En 2015 los homicidios subieron de nuevo a 20 mil 762, luego saltaron a 24 mil 559 en 2016, treparon hasta 32 mil 79 en 2017, desde donde brincaron hasta los 36 mil 685 ya mencionados del 2018.

Por tratarse de una disminución marginal, la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes de 2019 se mantuvo igual que la de 2018: en 29. Es, también, si se quiere, una pequeñita buena noticia, porque la tasa no se había estancado desde 2015, cuando fue de 17, misma tasa que hubo en 2014. De ahí creció a 20 en 2016, saltó a 26 en 2017, y subió a 29 en 2018.

Ahora habrá que analizar con detenimiento qué fue lo que provocó que disminuyeran los homicidios, aunque fuera mínimamente. ¿Se debió a los programas sociales y planes de empleo para jóvenes en algunas zonas? ¿Fue por el despliegue de la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina en ciertas regiones? ¿Eficiencia de dos o tres gobernadores? ¿Pactos entre grupos criminales, o entre narcos y autoridades, aquella paz narca que ya habíamos visto durante el priismo en varias zonas del país?

Por lo pronto, los estados más violentos en cuanto al total de homicidios fueron los mismos de los últimos años: Guanajuato (3,974), Estado de México (3,237), Chihuahua (2,935), Baja California (2,811) y Jalisco (2,495). Las cinco entidades siguen sumergidas en una espiral de violencia, aunque solo en Guanajuato y Estado de México crecieron los homicidios.

Estos cinco estados concentraron cuatro de cada diez homicidios (el 42%): 15 mil 452. Aunque ya se ha intentado, quizá si se aplicaran estrategias integrales en esos lugares, disminuirían considerablemente las cifras de violencia en el país, sobre todo si se apuesta a la capacitación y fortaleza (a ver si ahora sí) de las policías estatales y municipales, y si finalmente se da el otorgamiento de elevados sueldos y prestaciones para los policías, a fin de que esos sólidos ingresos impidan que se corrompan.

En cuanto a las tasas, los estados más violentos también siguen siendo los mismos: Colima con su desmesura (tasa de 105 asesinatos por cada 100 mil habitantes), Baja California (79), Chihuahua (78), Guanajuato (64) y Guerrero (53).

Si en esas dos entidades adicionales a las que aparecen en los homicidios totales (Guerrero, 1,919 asesinatos el año pasado, y Colima, 812), también se afianzan proyectos de desarrollo y equipamiento de las policías, y se logran programas sociales eficientes, entonces tal vez los índices delictivos puedan caer sustancialmente en México, ya que en conjunto esos siete estados concentran 18 mil 183 homicidios, prácticamente la mitad de los perpetrados en el país (49.8%).

La mala noticia es que la matazón provocada por la guerra entre narcos y debido al combate contra el crimen organizado, continúa: siete de cada diez homicidios (25 mil 785, el 70%) se perpetraron con arma de fuego. Y eso, difícilmente va a cambiar: hay demasiado dinero en juego en los codiciados e insaciables negocios de las drogas y las extorsiones, liderados por machos despiadados e irreductibles que nunca cederán…

jp.becerra.acosta.m@gmail.com
Twitter: @jpbecerraacosta

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