El senador Ricardo Monreal ya hizo sus cuentas. Ya hizo sumas, restas, divisiones, multiplicaciones, raíces cuadradas, cálculos, ecuaciones, operaciones, y en todos los ejercicios aritméticos y matemáticos que desarrolló, obtiene el mismo resultado: “Ricardo Monreal para presidente”.

Así que lo tiene claro: se la va a jugar. Y se la va a jugar, ya lo sabe, contra el mismísimo Presidente de la República, a quien pretende suceder.

Pase lo que pase.

Tope donde tope.

Provoque lo que provoque.

Él quiere encabezar México en 2024 y nada lo intimida ni lo disuade. Está convencido de que tiene la capacidad y la personalidad (que no es lo mismo) para semejante proeza. Cree, desde hoy, que es el hombre del momento en 2024. Se ve cómodamente sentado en Palacio Nacional (o en Los Pinos , o en el Castillo de Chapultepec, o donde se le ocurra gobernar si acaso ganara los comicios presidenciales). Se mira a sí mismo con la tricolor banda presidencial como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas.

Pero esa no es su batalla más importante, su escaramuza decisiva. Para cumplir ese anhelo presidencial, Ricardo Monreal está seguro que puede enfrentar y salir airoso de la que será su verdadera guerra: la interna, la guerra entre hermanos donde inevitablemente habrá una conclusión fratricida. Y peor: será una despiadada guerra donde, para ganar, el líder de su movimiento, el padre de todos los 4T, Andrés Manuel López Obrador , tendrá que morir políticamente. Sí, para ser candidato de Morena a la presidencia el senador tendrá que orquestar una dramática guerra parricida.

Parece un político naif en camino hacia su Numancia, pero dice que no, que no es suicida ni tiene nada de ingenuo. En Con los de casa, el programa de análisis y debate que transmite todos los miércoles a las nueve de la noche EL UNIVERSAL () , el senador charló con Valeria Moy, Maite Azuela, David Aponte, Héctor de Mauleón y conmigo, y nos dijo que Morena puede resistir cualquier tentación de imposición. Tiene claro Monreal que Claudia Sheinbaum es la favorita de AMLO para sucederlo. Ella, y remotamente, Marcelo Ebrard . Y nada más por ahora. Y comprende que él no, que él ha sido expulsado de los pasillos palaciegos. Y aun así, insiste, lucha, lanza puyazos: lo de hacer tres encuestas para elegir al candidato presidencial de Morena es, desde ya, un “método con credibilidad mermada”, advierte a sus hermanos de lucha. Él no confía porque ya sabe cómo se han hecho algunas encuestas en su partido, completamente sesgadas (recuerde usted el caso de Guerrero y Félix Salgado Macedonio ).

“No confío, yo prefiero elecciones primarias, pero si participaré y enfrentaré cualquier tentación de imposición.”

Luego rompe lanzas y lanza su advertencia final hacia Palacio Nacional, incluso en forma de rima política, de slogan: “Si hay exclusión, habrá división. Y si no hay apertura, habrá ruptura”.

Así de duro. Así de contundente. Y les avisa, desde hoy: con una ruptura semejante, que implique “un 15 o 20%” de disidentes, combinada con una oposición unida contra Morena, “se pone en riesgo la posibilidad de triunfo para presidente, gubernaturas, el Congreso y los congresos y municipios”.

Por si no le entendieron: ya hizo las cuentas y si pretenden “imponer” a Claudia y a Marcelo , el 2024 se les va a descarrilar y ninguno de los tres va a suceder a López Obrador.

Lo repite de nuevo: “Si hay exclusión, habrá división; y si hay falta de apertura, habrá ruptura.”

La estrategia de Monreal en las cuentas de Monreal:

“Morena depende de la unidad para ratificar su victoria y si una sola de las personas no camina en la dirección de unidad puede provocar un riesgo mayúsculo y creo que nadie debe minimizar esta posibilidad. La ruptura sería un grave riesgo para ratificar a Morena en la Presidencia. No se debe minimizar a ningún actor. No es el Presidente el que estará en las urnas. Podrá el Presidente con su fuerza política influir en la decisión de muchos militantes pero con un porcentaje que fuera del 10, del 15, del 20% (de disidentes) sin duda se pone en riesgo (el triunfo) y si hace la oposición bloque para enfrentar a Morena, todavía se genera un mayor riesgo.”

Dice que no va a ceder y que no se va a someter.

“No deseo ningún desencuentro con el Presidente”.

Hombre, demasiado tarde. Se le vendrá encima el mundo presidencial, que pesa, y pesa mucho: ordena destierro para las disidencias. Qué le hace, Monreal tiene claro su porvenir: “La etapa más álgida y más difícil de mi vida y aunque la muerte es la única que es definitiva, para mí políticamente quizá sea la definitiva”.

Lo que se le viene al Presidente de aquí al 2024 : quizá su momento cumbre, su sucesión, será su gran derrota, la peor de todas: qué duro sería para él estar allá lejos, en su rancho, viendo que su 4T histórica… se derrumbó y duró seis años.

BAJO FONDO

Debe ser durísimo, también, estar convencido de que uno puede y debe ser presidente de un enorme y complejo país y que sientas que te quieren arrebatar esa cita que la historia te ha deparado, a ti, solo a ti. Debe ser durísimo tener que combatir a muerte con tus hermanos políticos y con el padre de todos ellos con tal de prevalecer en una especie de destino manifiesto. Debe ser durísimo ser el posible detonador del fracaso de todos los tuyos con tal de persistir en lo que tú ves como tu legítima ambición, tu sueño, tu ideal, tu derecho, tu misión, nunca un viaje de ego ni un arrebato de codicia cegadora.

Qué pasado cargar con todo eso y sonreír…

jp.becerra.acosta.m@gmail.com
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