Para el Inegi, al cierre de 2018 el sector automotriz aportó 3.7% del Producto Interno Bruto (PIB) y 20.2% del PIB manufacturero, al ser la segunda actividad económica después de la industria alimentaria.
Actualmente la industria automotriz ha sido seriamente golpeada en todos sus frentes, generando incertidumbre en toda su cadena productiva y en 28 de los últimos 29 meses registra caídas en ventas. La zona centro es la que registra mayor afectación, con una caída acumulada de 12.2%. La menos afectada es la zona noreste, con una baja de 3% en los últimos 12 meses.
Ante la baja en las ventas, los proveedores y sus cadenas de suministro dentro de los clústeres automotrices han ajustado sus volúmenes de producción. Se sumó a ello la incertidumbre que prevalece en la industria ante las complicadas negociaciones del T-MEC y la reciente propuesta legislativa sobre la legalización de vehículos importados ilegalmente del vecino país del norte (que sólo quedó en amenaza), generándose así un inestable clima para la inversión.
Lo antes mencionado impacta a los consumidores y su relación con los distribuidores automotrices, debido a las complejidades financieras y legislaciones en temas fiscales, ambientales y normativos, mismos que entorpecen el dinamismo de un segmento clave para el desarrollo del país.
En este contexto, dentro del Comité Técnico Nacional de Finanzas Corporativas del IMEF hemos estudiado los efectos del problema por el cual atraviesa el sector automotriz y su relevancia financiera, observando que del lado del consumidor y de los distribuidores se han notado fuertes presiones por parte de las financieras automotrices y bancos acreedores. Ante la incertidumbre, ambos jugadores han modificado y encarecido sus políticas crediticias inhibiendo el dinamismo de las ventas en lo que va del año. Del tercer trimestre de 2017 a la fecha, las ventas al consumidor final han tenido estrepitosas caídas, sin dejar atrás los ajustes de precios que mensualmente se ven en los pisos de venta de los distribuidores.
En este comité también se ha analizado el riesgo financiero que desencadena esta problemática, observando que para la banca comercial, la venta automotriz al consumidor final representó cerca de 105 mil millones de pesos al mes de agosto de 2019. El 1.74% de esta cartera se encuentra vencida, lo cual representa un foco de atención frente a una liquidez comprometida del consumidor dentro de los siguientes 36 meses, tomando en cuenta que el 59% de las ventas finales se habían financiado para septiembre de 2019 con tasas promedio de 13.7% anual.
Aunque las financieras de marca son las principales acreedoras -con un 66% de la cartera-, han trasladado su riesgo financiero a los empresarios distribuidores, quienes en 2018 y 2019 han estado presionados por las armadoras para la colocación de inventarios, generando aumentos considerables en el costo financiero de éstos y mayores riesgos sobre sus propios inventarios. Cabe mencionar que las tasas de interés son el principal causante del alto costo financiero, sumándose a ello una inflación mayor a la determinada por el Banco de México, que a septiembre de 2019 se ubicaba en 4.9%.
Ciertamente al consumidor le interesa hacer rendir más su dinero frente a lo que considera una de sus primeras y más importantes inversiones, y en aras de hacer un uso inteligente del recurso y gestionarlo para minimizar los riesgos que conlleva adquirir un pasivo bancario para su financiamiento, es recomendable conocer los múltiples instrumentos existentes para adquirir un auto. La mayoría de las marcas presentes en el mercado mexicano cuentan con instrumentos y esquemas financieros que dan mayor seguridad, sin dejar atrás los estímulos fiscales y financieros que pueden conllevar adquirirlos.
Lo más recomendable es conocer los pormenores financieros, la tasa, plazo y proyectar la adquisición de un auto.
Socio del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF)