El Rey dijo a sus ayudantes: “estoy harto de que sigan hablando del Covid, de los muertos, los contagios, la falta de capacidad hospitalaria. Necesitamos distractores, algo que los haga olvidar que la estrategia contra la pandemia es un fracaso”.

También les dijo que urgía que los temas económico, la violencia intrafamiliar y los crímenes en contra de niñas, niños y adolescentes, dejaran de ser comentados, particularmente cuando se han perdido un millón de empleos formales, y más de un millón de micronegocios cerraron sus cortinas sin haber recibido apoyo alguno en la peor crisis económica.

Los secretarios, consejeros, astrólogos y hasta el panadero, se dieron a la tarea de pensar de qué temas podrían hablar los habitantes de Perolandia, que significa “siempre hay un pero para todo”.

Uno de plano olvidándose de la su propia recomendación “quédate en casa”, decidió irse a la playa a meditar, dijo estar muy cansado y que con el sonido del mar, el sol en su rostro, una cerveza helada y sin el molesto cubrebocas, los pensamientos le llegarían como cascadas, especialmente cuando cada noche se reportaban las cifras más altas de contagios y de muertes.

Nunca imaginó el ayudante, que tan enamorado estaba de su voz y que tanto despreciaba la ciencia, que sus vacaciones ayudarían a distraer al pueblo de Perolandia por una semana. Pero eso no fue suficiente dijo el Rey, luego de que la fotografía de su ayudante se diera a conocer, pues en lugar de apagar los ánimos se encendieron más, y de nueva cuenta, los muertos, los contagios, los hospitales, eran el centro del debate público.

“No es posible que se les haya dado una tarea y no puedan concluir, quiero que la gente deje de hablar de la pandemia, de la pérdida de empleos y de los feminicidios, que se olviden de estos temas”, sostuvo el Rey.

En esa reunión donde había una Rosca de Reyes y un con chocolate caliente, el jefe de mantenimiento del castillo propuso distraer a la gente con una reforma capaz de generar revuelo y distraer a los habitantes.

El Rey atento escuchó al jefe de mantenimiento, pidió guardar silencio y exclamó: “corten su pedazo de rosca, sírvanse chocolate y apunten a quién le tocó el muñequito para que compre los tamales”, y salió del salón hacia su estudio.

Mientras sumergía en el chocolate un pedazo de rosca, comenzó a imaginar lo que dirían los sabios, detractores, escribanos, pero sobre todo, los auditores, esos que fueron los responsables de proponer a los reyes anteriores la creación de organismos autónomos que debían vigilar las cuentas del reinado, asegurarse del cumplimiento de la ley, generar contrapesos, y por si fuera poco, salvaguardar el interes superior de la niñez.

Órganos que habían surgido a propuesta de la sociedad y que habían logrado no ser contralados por ningún rey, ni por los miembros de su corte.

El Rey pidió a su vocero convocar a una rueda de prensa para dar a conocer una reforma administrativa para que de una vez por todas desaparezcan los órganos disque autónomos que no sirven de nada, según él, estorban, los ponen en jaque, les da mucho dinero y son “alcahuetes y tapaderas”.

Por la mañana, todo el pueblo observaba y escuchaba el anuncio del Rey. Desaparecerían los órganos autónomos y sus funciones las realizarían justamente aquellos que debiesen ser observados, y con el hacha de la destrucción quedarían fusionados para ser juez y parte, y así “no duplicar el trabajo”.

Entonces se cumplió el objetivo del Rey, en cuestión de horas la desaparición de los órganos autónomos eran el centro del debate, ya eran menos los que hablaban de la pandemia, del dolor de haber perdido sus empleos y de esa violencia que arrebata hijas e hijos a sus madres.

Aunque el riesgo de desaparecer estas autonomías va cobrando fuerza día con día, ya no sólo como un distractor poderoso, sino como una amenaza más de pérdida de instituciones, democracia y libertades, que con gran dificultad se habían construido en esas tierras.

Y así, mientras al anochecer se rompen records de contagios y de muertes que enlutan miles de familias, el hombre enamorado de su voz siguió viajando porque la realidad le resulta insoportable, incómoda y terriblemente inoportuna.

Senadora de la República 

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