Ningún fuero, ni una sotana, ni un cargo público, ningún depredador sexual que trabaje en alguna escuela, club deportivo, en cualquier espacio donde convivan niñas, niños y adolescentes; por supuesto, ningún familiar, compadre, padrastro, abuelo, tíos, hermanos, quedarán impunes y sin ser castigados tras el crimen de violencia sexual.

La reforma al Código Penal Federal aprobada por unanimidad en el Senado de la República, busca que los delitos sexuales cometidos contra niños, niñas y adolescentes no prescriban; y que cuando estos delitos sean cometidos por sacerdotes, ministros de cultos religiosos o funcionarios públicos, las penas sean del doble.

"Ella abusó de mí desde que tenía ocho años hasta que entre a la preparatoria. Ella me decía que era nuestro secreto, que era algo que yo quería, que yo deseaba. En la escuela me iba muy mal, tenía muy bajas calificaciones, me peleaba con todos, incluidos mis padres, quienes jamás me creyeron.

Hacia el aseo de mi casa, cuando se fue tuve muchos problemas para entender mi cuerpo, mi mente, hasta poder entender lo que era sentir amor por alguien más. A mis 47 años y con hijos, entiendo lo que paso, y no dudaría ni un segundo en denunciarla".

Lo anterior es la historia de Marcelo, quien después de 39 años de silencio nos cuenta sobre la violencia sexual que sufrió, y que ahora podrá denunciar gracias a esta reforma al Código Penal Federal, que evita que los delitos sexuales contra niñas, niños y adolescentes no prescriban, y que por primera vez, la ley y la impartición de justicia estén de lado de las víctimas y no de los criminales.

La falta de denuncia y de castigo para el agresor sexual es sumamente grave si tomamos en cuenta que un pederasta no actúa una sola vez ni contra una sola víctima, un depredador sexual agrede al menos 60 veces en su vida, siendo el silencio, el miedo, la impunidad y la corrupción sus cómplices más importantes.

De acuerdo con la Asociación para el Desarrollo Integral de Personas Violadas AC, existen cerca de 5 millones de niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual, solo 1 de cada 10 delitos se denuncian, de los cuales, únicamente el 1.5 por ciento llega a juicio.

Se estima que el 90 por ciento de las agresiones por violencia sexual contra menores de edad provienen de personas cercanas, y de éstas, entre el 60 y el 85 por ciento son familiares.

En nuestro país este crimen prescribe a partir de los tres años; mientras que el promedio de tiempo en el cual una víctima entiende la violencia sexual cometida en su contra tarda entre 20 a 40 años, es decir, es hasta la edad adulta cuando se comprende este crimen que se denuncia.

Esta refoma también evita que no prescriban los delitos de distribución de pornografía infantil, corrupción de menores, lenocinio, pederastia, turismo sexual infantil, así como el acoso sexual y la violencia sexual.

Sostiene que la persecución de este tipo de ilícitos se llevará a cabo a pesar del transcurso del tiempo para así erradicar la impunidad.

“Me encerraste en la culpa y el rechazo. A mis 28 años, por fin, después de años de terapia no especializada y más de un intento de suicidio, de una infancia y adolescencia de autolesiones, aprendí y acepté que la llave de mi libertad está en denunciarte”, dijo Gloria.

Desde ahora ningún depredador sexual podrá esconderse de la justicia, no caducarán jamás sus crímenes, ni quedaran impunes sus acciones, y se les castigará con todo el peso de la ley.

Finalmente...

Senadora de la República.

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