Han quedado para la posteridad docenas de fotografías comprometedoras de famosas estrellas del rock and roll que llegaron al banquillo de los acusados en Estados Unidos, para que les tomaran la foto, sus huellas dactilares y quedaran formalmente fichados.

Casos como los de David Bowie, consignado por el departamento de la policía de Rochester, Nueva York por posesión de sustancias prohibidas, junto con Iggy Pop, apenas rivalizan con los casos de Frank Sinatra; Elvis Presley, James Brown, Paul McCartney, Billy Preston, Carlos Santana, Ozzy Osbourne, Izzy Stradlin, John Lennon, David Crosby, Adam Clayton, Johnny Cash, Chuck Berry y muchos más.

Los más listos se llevaron a tiempo la mano a la cartera, y consiguieron librar la foto y parar en la comisaria. Otros, con menos suerte, acabaron hasta haciendo trabajos a la comunidad por felonías conocidas. Mick Jagger, Jim Morrison, Jimmy Hendrix, Steven Tyler, Axel Rose y Phil Spector pagaron caro por estar en el lugar equivocado.

Mientras tanto, aquí en la Ciudad de México, Horacio Reni, de Los Sinners (el de la canción: “La novia de mi mejor amigo”) tuvo una larga vida tras las rejas por haber matado a su señora madre, luego salió y volvió a cantar la rola. Alex Lora, el guadalupano, hijo del rock mexicano, estuvo mezclado en el escándalo, cuando su hija Cecilia atropelló y mató a un cristiano. Su papá tuvo que desembolsar una gran cantidad de billetes para que su hija, sensual y con poca ropa, iniciara su carrera en la artisteada, sin empate, sin indulto y sin límite de tiempo.

De ahí en fuera, nadie de nuestros insignes roqueros ha pisado la prisión, por llevar en la bolsa una buena cantidad y saber negociar a tiempo con la autoridad. Son notorios los casos de Gloria Trevi, Juan Gabriel y Mario Bezares, pero nunca el jefe Guadaña, de la Banda Bostick, ni Charly Monttana, en sus buenos tiempos, Lalito Tex y otros, han tenido que cantar el “Rock de la cárcel”, como lo cantó alguna vez Enrique Guzmán. Ni en tiempos de los Cafés Cantantes hubo apañes que se recuerden; mucho menos ahora que el rock ya se volvió corporativo.

Sin embargo, hay algunos casos notables como el del cantante de Zoé, León Larregui, detenido varias veces en el alcoholímetro, en estado etílico y fuera de sus cabales. Algunos afirman que, en el avandarazo, si hubo algunos fichajes, pero la huella de sus fotos debe estar reposando al lado de las míticas cintas de video, que dice Luis de Llano Macedo que le confiscaron. Sólo quedan para confirmar el suceso las fotos del libro de Federico Rubli, “Yo estuve en Ávandaro”, donde se pueden ubicar algunos personajes cuando eran jóvenes. Hoy ya nadie, más que los aferrados, se empeñan en una celebración tipo “Asilo Mundet”, premiada con estampitas conmemorativas.

Otros personajes que siguen viviendo del recuerdo, se dice que hasta pagan por ver desde los míticos hoyos funkies el lugar donde tocaban. Así es la vida en nuestro rock, según Ricardo Bravo.

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